Tras días de recogimiento, solemnidad y fervor cofrade, Mombuey ha cerrado su Semana Santa con un Domingo de Resurrección marcado por la emoción, la luz y la esperanza. El pueblo entero ha vibrado esta mañana con uno de sus momentos más especiales: el Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen, una tradición que transforma el silencio de la Pasión en el júbilo de la vida nueva.
Un encuentro que enciende las calles y los corazones
Pasaban pocos minutos del mediodía cuando las imágenes del Resucitado y la Virgen iniciaban su recorrido desde lugares distintos, avanzando con solemnidad por las calles del municipio hasta llegar al corazón de la celebración: la plaza de la Farola. Allí, entre vecinos, familiares y visitantes que no han querido perderse la cita, se ha vivido un instante cargado de emoción.
La Virgen, aún vestida con la sobriedad del luto, ha alzado la mirada hacia su Hijo resucitado. El silencio expectante se ha roto con aplausos, y un repique de campanas, interpretado con maestría por la Asociación de Campaneros de Zamora. Era la señal inequívoca de que la muerte ha sido vencida, de que el dolor ha dado paso a la esperanza.
Desde la plaza de la Farola, ambas imágenes han continuado juntas su recorrido por el popular barrio de las Carretas, entre vítores, cánticos y una emoción que se respiraba en cada esquina. Un cortejo sencillo pero profundamente sentido, que ha culminado en la iglesia parroquial, donde la comunidad ha dado gracias por la Pascua recién estrenada.
Una Semana Santa que deja huella
La Semana Santa de Mombuey, discreta pero intensa, ha vuelto a demostrar que no son necesarios grandes focos ni desfiles multitudinarios para tocar el alma. Aquí, la fe se vive de cerca, con los pies en la tierra y el corazón mirando al cielo. Los días de Pasión han sido seguidos con respeto y participación, y este Domingo de Resurrección ha puesto el broche de oro a una celebración que permanece viva gracias al esfuerzo de cofrades, vecinos, voluntarios y músicos.
Las campanas aún resonaban cuando los mombueyanos se despedían en la plaza, compartiendo abrazos, anécdotas y la promesa de volver a encontrarse el próximo año. Porque en Mombuey, como en tantos rincones de esta tierra, la Semana Santa no termina: se queda latente, en el recuerdo y en la espera.
Desde este medio, gracias por dejarnos caminar a vuestro lado un año más. Que la esperanza del Resucitado os acompañe hasta el próximo Encuentro.
Felices Pascuas.
