Por primera vez, el simbólico intercambio entre la autoridad civil y religiosa, contemplado en los estatutos de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, ha sido protagonizado por dos mujeres: la alcaldesa de Toro, que ha entregado con orgullo su bastón de mando, y la abadesa mayor de la cofradía, que ha recibido y devuelto la insignia cofrade en un acto cargado de simbolismo, emoción y significado para la ciudad.
El acto tuvo lugar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, momentos antes de la salida de la Procesión Oficial de Jesús Muerto, como es tradición cada Viernes Santo. Aunque con un carácter testimonial en la actualidad, este intercambio hunde sus raíces en las ordenanzas históricas de la cofradía, que establecían que el alcalde debía presidir —con la insignia de la hermandad— todos sus actos, asambleas y procesiones. Hoy, esa tradición se mantiene viva como reflejo de la colaboración secular entre la Iglesia y el Ayuntamiento, entre lo sagrado y lo civil.
Un símbolo de respeto mutuo y unidad
La alcaldesa, en un gesto que mezcla solemnidad y orgullo, entregó su bastón de mando a la abadesa mayor, quien, a su vez, le entregó la insignia de la cofradía. Un instante breve pero profundamente significativo, que fue recibido con un prolongado aplauso por parte de los presentes y que muchos ya califican de “hito para la historia” de las cofradías toresanas.
“Este acto es mucho más que una tradición”, destacó la abadesa, Carmen González “es una muestra de colaboración, de entendimiento y de respeto entre instituciones que trabajan juntas por una Semana Santa que es patrimonio de todos”.
La historia con rostro de mujer
Que ambas protagonistas del acto hayan sido mujeres no ha pasado desapercibido. Se trata de la primera vez en la historia de Toro que dos mujeres protagonizan este intercambio simbólico. Un gesto que, además de su relevancia religiosa y protocolaria, cobra especial valor como ejemplo de avance en la igualdad dentro de las cofradías y de la presencia activa de la mujer tanto en el ámbito institucional como en el asociativo-religioso.
“Es un orgullo representar hoy a mi ciudad y entregar el bastón de mando a la abadesa de una cofradía que forma parte esencial del alma de Toro”, expresó la alcaldesa.
Una tradición viva, con los pies en el presente
El acto refuerza, además, los lazos que siguen uniendo al Ayuntamiento con las cofradías toresanas, guardianas de la tradición y custodias del patrimonio devocional. En palabras de la abadesa, la relación entre las distintas hermandades y con el consistorio “es fluida, cordial y basada en la cooperación”, algo que permite que Toro pueda seguir luciendo una Semana Santa cada vez más viva, organizada y profundamente respetada.
Este intercambio, sencillo pero solemne, es un testimonio de cómo las tradiciones se mantienen vivas cuando se adaptan sin perder su esencia. Y en este 2025, Toro ha dejado constancia de ello con una imagen que ya es historia: dos mujeres compartiendo el peso de la fe, el símbolo del mando y el orgullo de representar a una ciudad profundamente enraizada en su Semana Santa.
