La Esperanza que marcó un antes y un después en la Semana Santa de Zamora

Era 1948 y el deseo de incorporar una nueva talla de la Virgen a la procesión titular cobraba vida. Una decisión, aparentemente simple, se convertiría en un hito trascendental para la ciudad

El encargo era claro; la imagen debía ser un conjunto de rostro, manos y armazón para ser vestida, y desfilaría sobre una mesa o trono con palio

Esperanza zamora
photo_camera Esperanza zamora

En el año 1950, una frase escrita a máquina bajo el sello de la venerada Cofradía de Jesús del Vía Crucis marcó un punto de inflexión en la Semana Santa de Zamora. La hermandad del Martes Santo, deseosa de enriquecer su procesión, se embarcó en un proyecto que transformaría para siempre el panorama religioso de la ciudad. Todo comenzó con un cambio en los estatutos de la cofradía, aprobado apenas unos años antes por el obispo Jaime Font Andreu, y una breve indicación dirigida al renombrado imaginero Víctor de los Ríos.

Era 1948 y el deseo de incorporar una nueva talla de la Virgen a la procesión titular cobraba vida. Esta decisión, aparentemente simple, se convertiría en un hito trascendental para la ciudad de Zamora. La solicitud era simple: "La imagen que deseamos es algo así como la Virgen de la Esperanza de Sevilla, pero en estilo castellano". Con estas palabras, la hermandad delineó el rumbo de un proyecto que daría vida a una nueva figura religiosa, destinada a convertirse en un símbolo de devoción y esperanza para los zamoranos.

El encargo era claro; la imagen debía ser un conjunto de rostro, manos y armazón para ser vestida, y desfilaría sobre una mesa o trono con palio. Era un desafío que requería la habilidad y la sensibilidad de un artista consumado, y Víctor de los Ríos fue el elegido para llevar a cabo esta importante tarea.

Con su destreza y maestría, Víctor de los Ríos dio forma a la nueva imagen, creando una figura que reflejaba la gracia y la serenidad de la Virgen de la Esperanza, pero con un toque distintivo del estilo castellano. Esculpida por el hábil artista, rápidamente se ganó un lugar en el corazón de los zamoranos. 

Así, en el año 1951, hizo su primera procesión en el Martes Santo, marcando el comienzo de una nueva era en la Semana Santa de Zamora. Desde entonces, su presencia ha sido una fuente de consuelo y fortaleza para la comunidad, inspirando a generaciones de fieles a encontrar esperanza en tiempos de dificultad y adversidad.

A lo largo de los años, la Virgen de la Esperanza ha sido testigo de innumerables procesiones, ha consolado a los afligidos y ha inspirado a los corazones cansados. Su presencia en la vida de los zamoranos es una prueba del poder transformador de la fe y la esperanza, recordándoles que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la esperanza nunca se apaga.

Comentarios