martes. 16.04.2024

Jesús del Vía Crucis estuvo en la calle el Martes Santo mientras estuvo encendido un farol de sus hermanos. Luz para deshacer la oscuridad. Un camino que recorrió toda Zamora y que permitió a la cofradía caminar por donde nunca había caminado.

Se enciende la luz de un farol aunque todavía es de día. Al otro lado de la calle, otro. Enfrente se encienden otros dos. Son las 20.15 y la Cofradía de Jesús del Vía Crucis sale de forma virtual a la calle por medio de sus hermanos. Se encienden a este y al otro lado del Duero, señalando el camino a un Nazareno de San Frontis que, aunque no se ha movido, vuelve a casa.

Habría sido una tarde de contrastes este Martes Santo. Tarde de lluvia y sol a última hora. Tarde de nervios y de mirar al cielo. De innumerables llamadas y de carreras hasta la Catedral. Habría dado el tiempo una tregua divina, como pasa a veces cuando caen chuzos de punta y de repente el sol se asoma a ver la procesión. Lo empujan los de arriba para que le gane la partida a la lluvia.

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Habrían brillado los últimos rayos de luz sobre la corona de la Esperanza que habría salido a transmitir su mensaje de esperanza ante la adversidad. ¡Que necesaria eres, Esperanza! Habría vuelto a sonar la marcha del maestro Cerveró en un año especial para él puesto que sería mañana homenajeado por las Capas Pardas.

Iría cayendo la noche mientras la procesión recorre las interminables rúas camino de Alfonso XII, buscando el Puente de Piedra que separa a las dos Zamora que en estos días son solo una. Lo habría hecho tras la luz de esos faroles que hoy no se apagaron.

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Y allí, en la Plaza de Belén, el adiós no deseado, el último adiós de una madre a su hijo. El momento que encoge el alma de todos los zamoranos. Ella, con la Esperanza como bandera, a su Cabañales. Él, con su cruz a cuestas, vuelve a su barrio de San Frontis donde su barrio le espera con los brazos abiertos para hacerle un poco menos pesada la cruz. Jesús está en la calle hasta que se apague el último farol.

El último farol