Toro vivió este Domingo de Ramos una de sus noches más sobrecogedoras con la salida procesional del Santísimo Cristo de la Misericordia, una de las imágenes más queridas y veneradas por los toresanos. A las 21:30 horas, desde la Iglesia de San Julián, comenzaba un cortejo que avanzó lentamente por las calles históricas de la ciudad, envuelto en silencio, devoción y el resplandor cálido de los hachones.
Ataviados con túnica negra y caperuz rojo, los cargadores y hermanos de la Asociación Santísimo Cristo de la Misericordia imprimieron al acto una solemnidad única. El recorrido, meticulosamente planificado, incluyó enclaves emblemáticos como la calle El Sol, Santa Marina, Amor de Dios, el Arco del Postigo donde los cargadores ponen de manifiesto su pericia, La Antigua, Plaza de los Cubos, Perezal y San Lorenzo, antes de regresar al templo de partida.
Una imagen que conmueve
Portado a hombros por sus cofrades, el Cristo de la Misericordia se convirtió en el epicentro de la oración y la contemplación. Cada paso marcaba el ritmo pausado de un pueblo que honra sus tradiciones con respeto y sentimiento. La imagen, símbolo de perdón y redención, fue acompañada no solo por sus hermanos, sino también por autoridades locales y miembros de otras cofradías, en una noche que en Toro cuenta con doble desfile procesional.
La organización fue impecable, cuidando cada detalle: desde el orden del cortejo hasta la iluminación y la seguridad del recorrido de la que se ocupó Protección Civil de Toro y la Policía Municipal. La asociación cofrade supo garantizar un ambiente de recogimiento, donde los asistentes pudieron sumergirse en el verdadero significado del Domingo de Ramos.
Tradición viva y mensaje eterno
En tiempos de cambio, esta procesión recuerda que las raíces espirituales siguen vivas en Toro. La imagen del Cristo de la Misericordia, avanzando majestuosa por calles de piedra y siglos, es más que una tradición: es un acto de fe colectiva, una manifestación que une a generaciones en torno a un mensaje eterno de esperanza, compasión y redención.
Porque en esta noche sagrada, bajo las luces tenues y el murmullo de las oraciones, Toro volvió a ser testigo de que la misericordia divina sigue iluminando los corazones.
