A las 12:00 horas puntuales como cada año, los hermanos de la Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo del Amparo hacían su salida del templo, San Claudio de Olivares.
La campana tañía cada 15 segundos ese sonido característico que se mezcla con matracas y bombardinos, con instrumentos de viento y con el chispear de los candiles que los hermanos portan en sus manos. La capa Alistana marcaba esta noche de miércoles santo su mejor gala, la de poder acompañar a un Cristo como el del Amparo, sobrio, austero y de marcado carácter rural como lo es la Bien Cercada que esta noche también tenía a la luna por testigo.
Este año el bombardino sonaba diferente porque el titular no ha podido compartir su música ya que su mujer se encuentra enferma y el no ha querido dejarla sola. También como novedad este 2022 los 32 hermanos eméritos han podido procesionar si así lo han deseado en un acuerdo de toda la hermandad para que tras dos años de pandemia se pudiera acompañar al Cristo que les hace merecedores de su pertenencia a tan ilustre cofradía.
Las calles plagadas de gente deseosa de Capas Pardas, de cuestas y lugares mágicos entre las piedras milenarias de una Zamora repleta y que tendrá aún más gente ya que se espera un lleno total en los días que quedan de Semana Santa.
El bombardino no sonaba igual pero si el Miserere Alistano con el que la procesión cierra su momento álgido. Zamora hoy volvió a enmudecer con unos hermanos vestidos de austeridad de verdadero ruralismo y de esencia madre, de Aliste, de Capa de Honra, de seriedad y alma y espíritu católico. Hoy el barrio de Olivares volvió a brillar con luz propia bajo la esencia de la Semana de Pasión Zamorana. Las carracas asustaron a quien no esperaban su sonido, el bombardino mecía la noche y el lento caminar de los hermanos que portan a hombros al Cristo volvieron a cautivar todas las miradas aún con mascarilla colocada.
Que el Cristo del Amparo guarde a todos los que murieron mientras él no pudo procesionar y que mantenga vivos a todos los que puedan verlo, que las tres cruces que dibujan la plaza de San Claudio de Olivares se mantengan para siempre en la memoria de los que ya no están.
