viernes. 19.04.2024
Ignacia e ignacio
Ignacia e ignacio

Es realmente desolador perder la memoria. Que no sepas quién es la persona que está a tu lado incluso llevando tu sangre. También es difícil ser quien está al otro lado; no ser reconocido por alguien que nos enseñó tanto.

Todos los que tengan a alguien que sufra Alzheimer entenderán lo verdaderamente complicado que es ver como tu abuelo, tío... se van apagando y haciendo pequeñitos. Ver cómo desesperan por ver una cara conocida, siendo tú, una de ellas.

Lamentablemente la prevalencia de esta enfermedad en España sigue creciendo con más de 800.000 personas que la padecen. Una cifra que seguirá aumentando a lo largo de los años.

Es complicado estar en esta situación. Encontrarse al otro lado. Cunado te conocen, todo es alegría, como si no te hubieran visto durante años... o ese llanto desolador que rebosa esperanza de saber que todavía está ahí esa esencia tan característica, escondido en algún lugar, como ese gesto que siempre hacía.

¿Por qué les pasará a las personas tan inteligentes, a las más buenas? Hablo de mi abuelo, ese grande del mundo del periódico, apasionado del saber, de las letras y relatos. Un hombre extremadamente apasionado de su trabajo del cual me enseñó y debo todo, especialmente estas líneas y el encontrarme en el lugar que estoy.

Un hombre que sabía cuál era su final... sabía que en algún momento no iba a saber quién era, y lo peor, no sabría quién era su mujer. Tan inteligente era que escribió un libro sobre él, lo que quería recordar.  El fin de ese libro era acordarse de todo y aferrarse a ese recuerdo que dejó plasmado. Un recuerdo que tenemos toda la familia y que en alguna ocasión se lo leía para que recordase algo sin conseguirlo.

Es demasiado duro, muy duro ver que tu abuelo te confunde con un extraño de su memoria pasada, cuando él para ti es lo más presente e importante del mundo. Una desesperación inimaginable, aterradora y fría.

 No solo hablaré de lo malo, también está la parte buena aunque poco hay en esta situación. Eso que reflejaba párrafos más arriba. El momento de volver en sí, de volver a recordar, de saber que sí está aquí contigo. Una sonrisa, un gesto o ese llanto de volver a recordar... eran los momentos más felices del mundo. Eso te hace seguir luchando y seguir la batalla de esta enfermedad tan cruel.

En este relato quiero reflejar la parte de los cuidadores, de los que sufrimos al lado y los que vemos cómo se van poco a poco. Algo que comienza con un despiste o repitiéndote las cosas veinte veces.

Ojalá en un mundo no muy lejano todo esto pare, se encuentre una solución y dejen de sufrir lo peor de abandonar este mundo sin saber quién eres o dónde estás.

Hoy día del Alzheimer, tenemos que recordar, por ellos.. por los que no están, por los que la sufren a día de hoy y por los que la sufrirán.

Aunque no consigas recordarme, yo no te olvido: nos recuerdo por los dos