Han pasado años desde que la ópera “Los Comuneros” pasó de un simple planteamiento a convertirse en toda una realidad. Pandemia y restricciones de por medio, ni las dificultades derivadas del Covid-19 han podido finalmente con una apuesta de lo más ambiciona y que parte de las Cortes de Castilla y León para conmemorar el V Centenario del Movimiento Comunero destacando especialmente el papel de Juan Padilla, la reina Juana y del pueblo.
La obra, creación de Igor Escudero, cuenta con la voz principal de Alejandro Roy y de la zamorana Conchi Moyano que, además de dar vida a la reina Juana, ejerce las labores de producción de esta obra que se estrena hoy en Salamanca y que hará su primera pase de gira mañana en el teatro Ramos Carrión. Lo hace con la ilusión de un proyecto que moviliza a más de un centenar de profesionales, entre cantantes, miembros de los Orquesta Sinfónica de Castilla y León, a los que hay que sumar a mayores escenógrafos, técnicos y demás plantilla.
La zamorana destaca la importancia de esta ópera -que recorrerá todas las capitales de provincia de Castilla y León- y que supone no sólo la primera ópera sobre la temática del Movimiento Comunero, sino por su apuesta dinámica que escapa de los cánones convencionales de la ópera clásica. De hecho, la obra se condensa en poco más de hora y diez minutos frente a las más de dos horas de los formatos habituales. Sin descansos de por medio, el movimiento sobre el escenario es constante gracias a la intervención de los solistas que se entremezclan con los coros de Primo Tempo y Vox Vitae, ambos dirigidos por Javier Sanz.
El maestro del coro destaca la complejidad de sacar adelante una ópera de estas características en tiempos Covid. Las exigencias para hacerla completamente realista requeriría de un coro de entre 50 y 60 personas, si bien los protocolos en el momento del inicio de los ensayos, sumado al tamaño de los escenarios -que deben amoldarse a su vez a las dimensiones de cada recinto en el que actuarán- han obligado a reducirlo a 35 personas, la mayoría integrantes de los coros y de origen vallisoletano, pero que también han contado con refuerzos como Beatriz Pérez, vallisoletana y profesora en la provincia zamorana desde hace más de una década.
El ritmo tan vertiginoso de la obra, sumado a la constante presencia del coro haciendo las veces del pueblo y que está presente en el 90% de tiempo obliga a los integrantes a entrar y salir en escena de manera atropellada, todo un reto a la hora de cambiarse de vestuario y de situarse en las diferentes escenas. “Hay cambios de vestuarios en apenas compases”.
La limitación del trabajo en interiores ha obligado a que los ensayos -que se prolongan desde junio- se hicieran en exteriores y con mascarilla, un elemento que se mantendrá también durante su puesta en escena y cuyas implicaciones van más allá de la purana sincronía de este elemento con la vestimenta de la época. “La mascarilla quita tranquilamente la mitad del sonido que un cantante puede proyectar, por lo que la exigencia vocal para el coro es enorme para estar al nivel de proyección de los solistas (que sí están exentos en cambio de su uso)”.
Para evitar que la mascarilla limite la capacidad vocal, los integrantes del coro cuentan con una especie de pinza realizada con tecnología 3D -consistente en un arco que sitúa en el interior de la mascarilla y que permite, que al tomar aire, no se pegue la tela de la misma en la boca-.
Por el momento, el pase cuenta ya con el éxito asegurado en el teatro Calderón de Valladolid –donde ya han colgado el cartel de “entradas agotadas- y que está a punto en otros puntos como Salamanca y Palencia. No tanto en Zamora, capital en la que aún quedan bastantes entradas disponibles: “Es un evento digno de verse. Estamos casi a cada minuto comprobando el estado de las entradas en los puntos como Zamora donde aún no se ha llenado y que es precisamente uno de los lugares donde nos haría más ilusión porque parte de los componentes del coro, incluso la propia Conchi son de la tierra”.
