viernes. 19.04.2024
Placa en homenaje al paso de Argueda por la antigua posada de La Muga en 1958
Placa en homenaje al paso de Arguedas por la antigua posada de La Muga en 1958

Una sencilla placa elaborada por Numa Cerámica recuerda el paso de José María Arguedas por La Muga de 1958. El antropólogo peruano pasó una larga pero indefinida temporada en la posada regentada entonces por Felicidad Fadón Heras, una humilde posada de dos plantas hoy ya convertida en segunda residencia pero en la que sus descendientes han mantenido la esencia de la misma. De esas viviendas de antaño que ya escasean en la zona. 

Apenas se observan cambios en las estancias de una casa que sí cuenta con las reformas habituales en una casa en la que las estructuras de madera así lo exigen. Los pasillos, el mostrador donde se apuntaban los huéspedes, y que hacía también las veces de tienda y pequeño lugar de distracción. Sus descendientes, Felicidad Fontanillo Fadón y José Antonio Martín González, se han esmerado en mantener también los muebles, la cocina -que apenas cuenta con una pequeña intervención con una chimenea de obra- y, lo más interesante, la estancia en la que pasó sus noches de descanso Arguedas y su mujer mientras el antropólogo ponía en orden todos sus apuntes y datos. Una estancia que alternaba con la posada de Bermillo, a donde acudía para corroborar notas. Se sabe que al menos permaneció alojado en dos ocasiones en cada municipio. 

Antigua recepción de la posada

El matrimonio se alojaba en el primer piso en una habitación con alcoba, si bien la estancia se ha trasladado en la actualidad al segundo piso, lo que antaño era el jergón donde pasaban la noche esquiladores, cacharreros y todo tipo de vendedores ambulantes por una peseta la noche.

La estancia de Arguedas por La Muga no fue la única, pero si la más desconocida hasta el momento. Alberto Jambrina, principal investigador en estos momentos en nuestro país sobre el paso del antropólogo por la provincia, revela el paso también por Bermillo de Sayago y San Vitero. El resultado de este trabajo de campo fue su tesis doctoral “La comunidades de España y del Perú” y que el antropólogo tardó cinco años en editar hasta su presentación y defensa ya en 1963.

Estancia mantenida con la mayor exactitud en la que pasó sus días Arguedas

Si bien la posada de Bermillo ha sido objeto de visita por parte de estudiantes del Máster de Antropología Iberoamericana y su paso por este municipio ha sido más que tratado y conocido por sus vecinos -gracias en gran parte a la labor emprendida por la asociación La Mayuela-, la estancia de Arguedas en La Muga fue desconocida hasta que los nietos de la entonces posadera descubrieron unas cartas y fotografías guardadas en cajas durante décadas.

Esas cartas, unidas a los recuerdos de la madre de José -que entonces apenas tenía 13 años- han despertado el interés del paso de Arguedas por la entonces conocida como La Muga, si bien hoy en día siguen siendo muchos los que desconocen que la vivienda ubicada en un esquinazo casi al final de la calle La Feria y junto al CRA DE Educación Infantil y Primaria. De hecho, algunos de los visitantes que han querido visitar la antigua posada han tenido que recibir indicaciones desde la otra orilla del Atlántico.

Carta enviada por Arguedas fechada en julio de 1960, dos años después de su paso por La Muga

Han sido los propios peruanos, guiados siempre por la mano y las investigaciones de Arguedas, los que han permitido que turistas y curiosos hayan podido pisar el suelo en el que Arguedas conversaba junto a Felicidad, Sole, Luis, Herminia y tanto informantes que sirvieron de base para su estudio y con los que trabó una verdadera amistad formalizada en forma de misivas y postales que tardaban meses en llegar a su destino final.

 El reconocimiento ha tardado, pero el paso de Arguedas por La Muga comienza a dar sus frutos más de medio siglo después gracias al homenaje que se realizó el pasado verano y en el que se puso de manifiesto toda la investigación llevada a cabo por Alberto Jambrina con motivo del 110 aniversario del nacimiento del antropólogo.

La Muga se convirtió, durante esos dos días de agosto, en el germen de una memoria (esas comunidades “quiñonizadas” de La Muga y todo tipo de tradiciones orales como la celebración de la Feria de Ganado, hoy en día ya desaparecida) y un patrimonio del que Arguedas dejó constancia en su famoso libro y que constituye una memoria imborrable. Un libro que se reeditará este mismo año y del que hoy se enorgullecen sus gentes.

José Antonio Martín Fontanillo y Marimar Fontanillo junto a la antigua posada de su abuela Felicidad

La antigua posada de Muga, un tesoro conservado y desconocido del paso de Arguedas