El 15 de agosto de 2020 los vecinos de Vegalatrave, Lober, Domez y Gallegos del Río contenían la respiración. Un incendio cercaba los cuatro pueblos y las llamas amenazaban con llegar a la puerta de casa. Las llamas destruyeron naves ganaderas y el viento de aquel día complicaba las labores de extinción. Seis meses después, las huellas de aquel incendio, declarado el más grave de Castilla y León durante 2020, persisten en unos municipios que no han podido olvidar el miedo que les paralizó aquella larga semana de verano.
"Domez se quemó de raya a raya", recuerda el alcalde de Gallegos del Río, Pascual Blanco. Y a su mente regresa el "miedo" que vivieron aquellos días. "El problema era el viento", rememora el regidor municipal de un ayuntamiento que engloba 7 municipios: Lober, Tolilla, Flores, Gallegos del Río, Valer, Puercas y Domez.
"Las llamas nos rodearon y cuando todo parecía que se iba controlando, el viento lo complicó", cuenta Pascual Bueno. El resultado fue que se quemaron casi 2.000 hectáreas y los ganaderos se quedaron sin pastos, incluso una nave quedó destruida, aunque se pudieron salvar los animales.
La alcaldesa de Vegalatrave, Maribel Álvarez, vuelve la vista atrás y se sincera al reconocer que "pasamos mucho tiempo". Fue en su pueblo donde una nave ganadera ardió pastos de las llamas. Luego, cuando el fuego quedó extinguido, el pueblo vivió una oleada de solidaridad para reconstruir aquella explotación. Vecinos, agricultores, transportistas y rehaleros con alimento para los animales se desplazaron hasta la localidad que "baña" el río Aliste con el fin de ayudar.
Medio año después, basta un pequeño recorrido por los 4 municipios para intuir lo que pudo pasar. El "negro" de la destrucción se mantiene en un monte calcinado, mientras continúan en la zona los trabajos de la empresa pública Tragsa para recuperar los daños provocados por el fuego. El Estado habilitó una partida de medio millón de euros para la recuperación de pastos, ríos y abrevaderos, tras declarar el Consejo de Ministros la emergencia de las obras.
Los alcaldes de Vegalatrave y Gallegos del Río confirman que los trabajos se podrían alargar más allá de marzo, fecha prevista para la conclusión de las obras, un retraso que justifican por las inclemencias del tiempo, primero el temporal Filomena y, días más tarde, las lluvias. Faltan por reparar caminos y abrevaderos para el ganado. Y en Domez continúan con la construcción de albarradas de piedra y material vegetal para reducir los daños que la ceniza puede provocar en los recursos híbridos de la zona.
Las huellas de aquel incendio se resisten a desaparecer, al menos, hasta que las obras concluyan y el monte reverdezca pero, como asegura Pascual Blanco, "lo importante es que no vuelva a pasar".
GALERÍA DE IMÁGENES Las huellas del incendio de Lober