Los motes más curiosos de Fermoselle relucen en un árbol de lo más personal

Más de 400 corazones bordados cuelgan a modo de adornos en un gigantesco árbol decorado por las mujeres del pueblo
Mujeres de la asociación de Fermoselle con su árbol
photo_camera Mujeres de la asociación de Fermoselle con su árbol

Este año las mujeres voluntarias de la Asociación de Fermoselle quería hacer un árbol de Navidad distinto a la par que personal. Desde esta noche luce en la Plaza Mayor un árbol hecho con mucho amor a un pueblo que rinde homenaje a los vecinos presentes y pasados que han paseado por las calles del "Balcón del Duero", todos ellos con su particular mote. 

Han sido tres semanas de intenso trabajo entre costuras, telas recicladas procedentes de muestrarios de antiguas tiendas que se recortaban y se bordaban en el taller, mientras otras avanzaban en la soledad del domicilio cuando las obligaciones diarios impedían acercarse a las reuniones. "Durante estas tardes, el tiempo volaba entre agujas, hilos, el traqueteo de las máquinas de coser y conversaciones amenas". 

Tardes también de descubrimientos en la que cada mujer de la asociación -esa que no para y mantiene un ánimo de lo más inquieto desde sus primeras invenciones entre palés y maceteros- sacaba a relucir un mote distinto. "Se contaban las historias de por qué lo llamaban de esta manera o da cuál otra. Motes curiosos como la Marisiega que se llamaba así porque se quedaba para atrás segando y le decían venga Mari siega. O como el del tío encalcatierra que emigró a Miami y con los dineros que trajo se compró las dos mejores mulas que cuando pisaban en encalcaban la tierra su paso".

Mujeres de la asociación de Fermoselle con su árbol
Mujeres de la asociación de Fermoselle con su árbol

Tan curiosos también como el Panichicha, el Cuatro Ojos, el tío Dios, el Pisahuevos, el Tumbarobles, el Rata y el Ratica, o un Coito. En la villa no se libraban ni los forestaros más envalentonados que, tras advertirles que tuviera cuidado con los que decía soltó que "poca leche iban a sacar". Y efectivamente el tío Pocaleche quedó. Y así hasta 400 motes que ahora lucen en un gigantesco árbol. 

El corazón más grande representa a los fermosellanos, conocidos como "follacos" que procede de la foia, la parte que tapaba los pellejos.

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