A pesar de las dudas que las nubes pudieron sembrar durante la tarde, la fe y la tradición se impusieron, demostrando una vez más el profundo arraigo de estas celebraciones en el corazón de los saucanos.
La cita tuvo lugar en la iglesia de San Juan Bautista, donde, puntuales a su tradición, los nazarenos se congregaron para participar en la Eucaristía y el sacramento de la penitencia. Este momento de reflexión y preparación espiritual dio paso al solemne rezo de los improperios ante la venerada imagen de Jesús Nazareno, marcando el inicio de una procesión que, año tras año, congrega a un número creciente de fieles.
Superadas las diez de la noche, el silencio se apoderó de la plaza, solo roto por el inicio de la procesión con la Cruz Parroquial abriendo camino que iba cubierta con un plástico debido a la amenaza de lluvia. La tradicional vestimenta morada de los nazarenos llenó de color y solemnidad la escena, mientras que el acto de besar el suelo a la salida de la imagen subrayó el profundo respeto y devoción que los participantes sienten hacia su fe.
El Vía Crucis, con sus catorce estaciones de canto y meditación, permitió a los devotos acompañar al Nazareno en su recorrido por el centro de Fuentesaúco. La participación activa de la comunidad en este acto de fe quedó patente en el gran número de fieles que, desafiando las previsiones meteorológicas, se sumaron a la procesión, manteniéndose fieles al lado de la imagen hasta el final del recorrido. No fue muy numerosa la afluencia debido sobre todo a la inclemencia meterorológica que agravaba el frío reinante, el viento y la lluvia aunque ligera aparecieron en varias ocasiones a lo largo del recorrido.
La belleza de la procesión se vio realzada por la mesa del nazareno, una obra de arte del siglo XIX originalmente creada para la Virgen de la Antigua, que fue adornada con lirios y statice morados, en una armonía perfecta con los colores de la cofradía y simbolizando la pureza y la penitencia.
Al aproximarse las once y media de la noche, la procesión encontró su fin, pero la devoción a Jesús Nazareno permaneció palpable en el aire. Este acto religioso no solo refleja la fe de los saucanos sino que también fortalece la comunidad, uniendo a sus miembros en una manifestación de tradición y espiritualidad compartidas.
La Hermandad de Jesús Nazareno, responsable de organizar este evento, ha demostrado una vez más su compromiso con la preservación de las tradiciones y la promoción de la fe en Fuentesaúco. La expectativa ahora se centra en la próxima cita, el Jueves Santo, cuando Jesús Nazareno volverá a recorrer las calles en la procesión de la Pasión, un momento especialmente significativo para los nazarenos que este año portarán las cruces de penitencia, en un gesto de fe y devoción que promete ser tan emotivo como el vivido este Martes Santo.
Fuentesaúco se despidió de una noche de Martes Santo llena de emoción y reflexión, reafirmando la importancia de estas tradiciones en la vida comunitaria y espiritual de la localidad. La Hermandad de Jesús Nazareno, con el apoyo de la comunidad, continúa siendo un faro de fe, esperanza y tradición en el corazón de Zamora.