Incluso en los peores momentos la vida se abre paso. Esta frase, tan manida y a la que nos agarramos cuando nos sobrevienen catástrofes de cualquier tipo, se convierte en un poso de esperanza. Ante al devastación, entre las cenizas y el olor a quemado, entre el suelo que aún quema y la muerte, aún quedan pequeños gestos y acciones a las que aferrarse.
La imagen de un cervatillo rescatado por las brigadas de refuerzo de incendios forestales del infierno vivido en la Sierra de la Culebra es la muestra. El pequeño animal se ha convertido en la otra cara de la moneda de un horror que ha puesto a todos los zamoranos en pie ante la indignación de la parálisis institucional y la falta de medios para haber prevenido y actuado a tiempo para evitar una catástrofe que se lleva por delante más de un tercio de superficie de la Reserva Regional de Caza.
"Después de tanto desastre, una imagen de esperanza". Es el mensaje que ha dejado la Asociación Medioambiental Brigada DO FUMO, de Ourense (Galicia) que se han empleado a fondo junto con el INFOCAL, MITECO, la UME, y las comunidades de Extremadura, Cantabria, Madrid y Castilla la Mancha. Una ayuda que se ha quedado corta a la vista de la magnitud que cobra el fuego tras más de cuatro días ardiendo y avanzando kilómetros en cuestión de minutos. El tiempo ha jugado en contra, también los medios.
Menos mal que siempre existe la profesionalidad de los trabajadores que se juegan el tipo para combatir al peor enemigo de nuestro entorno, de nuestra flora y fauna, de nuestro patrimonio: el fuego.
Este cervatillo es el símbolo de la vida que se abre paso entre la devastación. También de la lucha "sin cuartel" de unos profesionales que desempeñan su labor en unas condiciones pésimas. Pese a todo, estos pequeños gestos, valen por todo el esfuerzo. Cansancio, incomunicación, falta de relevos incluidos. Todo con tal de salvar vidas. Con tan de salvar nuestra vida, la que nos aporta trabajo y llena nuestros pulmones.
Sierra de la Culebra agoniza con 25.000 de sus 76.000 hectáreas de terreno pasto de las llamas, ahora de las cenizas. Ahora queda valorar los daños, pero lo que se ha perdido nunca regresará de la misma forma.