Más de tres decenas de niños han tomado Carbellino de Sayago para festejar la primera década de vida de Ulises Simón Echenique, un evento que ha supuesto un soplo de aire fresco para el pueblo, rebajando la media de edad y devolviendo a las calles el bullicio de antaño.
Las frías calles del municipio, acostumbradas al silencio del invierno, se han llenado de risas, juegos y coches aparcados, despertando la curiosidad de los pocos lugareños que aún resisten en el día a día. “Hacía tiempo que no veíamos tantos coches por aquí”, comentaban con una mezcla de asombro y satisfacción los vecinos que paseaban en esta tarde que inauguraba marzo.
Un cumpleaños que se convirtió en una fiesta para el pueblo
El protagonista del día, Ulises, ha podido celebrar su aniversario rodeado de sus amigos, gracias a la impecable organización de su familia: Fabián y Paula, junto con la inestimable colaboración de la abuela y de Lucho, el cocinero de la jornada.
El pabellón municipal y las calles del pueblo se han convertido en el escenario de una fiesta que ha traído consigo más que una celebración infantil: ha servido como recordatorio de lo que un pueblo con vida puede significar. Porque no ha faltado de nada: buena compañía, buena lumbre, chorizo, jamón, panceta, morcillas y ranas, también hasta una partida de mus y, como no, el tradicional brasero de cisco que ha sido más que agradecido en este frío día de marzo.
La Zamora vaciada necesita más días como este
Aunque solo haya sido por unas horas, la presencia de tantos niños ha sido una inyección de energía y esperanza para Carbellino, un municipio que, como muchos en Sayago, lucha por mantenerse en pie ante el implacable desafío de la despoblación.
El único "pero" de la jornada, y siempre dicho con humor, es que Ulises es muy del Barça, algo que seguramente le habrá valido más de una broma entre los asistentes. Pero al final, lo importante no ha sido el equipo, sino el equipo humano que ha logrado hacer de un cumpleaños infantil una fiesta para todo el pueblo.
Felicidades, Ulises, y gracias por recordarnos que la mejor forma de salvar un pueblo es llenarlo de vida.