viernes. 19.04.2024
Capilla ardiente con los restos del papa emérito, Benedicto XVI. Fotografía: Vatican News
Capilla ardiente con los restos del papa emérito, Benedicto XVI. Fotografía: Vatican News

La basílica de San Pedro se encuentra ya oficialmente abierta al público. Por delante quedan tres días en los que los fieles tendrán la oportunidad de despedir a Benedicto XVI, el 265 papa de la Iglesia católica​ y el séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano. 

El Vaticano estima que diariamente podrían pasar por la capilla ardiente entre 30.000 y 35.000 personas con la intención de dar su último adiós al alemán Joseph Aloisius Ratzinger que falleció el pasado sábado, 31 de diciembre, a los 95 años de edad, mientras que a la ceremonia del funeral se espera la llegada de unas 65.000 personas a Roma, que cerrará el espacio aéreo por medidas de seguridad.

El papa emérito llevaba desde 2013 retirado en el monasterio Mater Ecclesiae desde que anunció su renuncia al cargo, un anuncio histórico que llevaba sin producirse más de 600 años. 

La de Ratzinger será una despedida solemne pero sobria con la única presencia en la ceremonia de las delegaciones de Gobierno y Presidencia de Italia y Alemania se rendirá honores al que fue el sumo pontífice del 'perdón' en una época en la que los abusos sexuales por parte del clero salieron a la luz en forma de escándalo y que obligó al sumo pontífice a disculparse en público, pero también de casos de corrupción y escándalos sociales como el Vatileaks. 

Capilla ardiente con los restos del papa emérito, Benedicto XVI. Fotografía: Vatican News
Capilla ardiente con los restos del papa emérito, Benedicto XVI. Fotografía: Vatican News

Ya en su renuncia, Benedicto XVI apuntó a la necesidad de mantener una fortaleza física y mental de que ya sentía que carecía a su edad. El llamado 'rotweiler de Dios' quiso legar un pontificado fuerte en un testigo que cedió al Papa Francisco, que será el encargado de celebrar su misa funeral en la Plaza de San Pedro. 

Primer papa tuitero, teólogo brillante, supo reconectar con la sociedad en un momento en el que la imagen de la Iglesia peligraba y que le obligó a dar un paso al frente liderando las investigaciones de los casos bajo sospecha. Censuró estas actuaciones y negó hasta el último minuto haber ocultado casos, tal y como aseguró en un informe encargado por la archidiócesis de Múnich en enero de 2022. Fue la última vez que Benedicto XVI expresión su "profunda vergüenza y dolor" por unos casos que le siguieron perturbando durante la década que permaneció retirado de la vida mediática y del peso de la mitra. 

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