Colas kilométricas para despedir a la que ha sido la reina de 15 millones de ingleses durante siete décadas. La capilla ardiente que acoge los restos de la madre de hoy rey Carlos III se ha convertido en el epicentro del orden y las esperas pacientes bajo sol, lluvia y frío.
El palacio de Westminster de Londres lucía dispuesto para acoger colas de hasta 116 kilómetros de longitud, si bien al abrir la capilla ardiente se apreciaban filas de unos 4 kilómetros. La organización de los ingleses vuelve a ponerse de manifiesto en los alrededores de la sede de las cámaras parlamentarias del Reino Unido. Allí permanecerá el cuerpo de Isabel II, abierto al público hasta el próximo lunes, cuando se oficiará su funeral de Estado.
Será el 19 de septiembre cuando la reina que gobernó durante la posguerra, que vivió la crisis del Brexit y la pandemia, se despida de todos los suyos y con un protocolo que, a excepción del traslado por avión, se ha cumplido a rajatabla según lo previsto. La Operación Puente de Londres marcha con solemnidad, con el dolor aún en el corazón al despedir a la que ha sido para muchos su única reina, un ejemplo de la entrega desinteresada a un pueblo y a los suyos, incluso cuando las horas más bajas de la Monarquía amenazaron su reinado hace ya 25 años.
Hoy las flores y homenajes son para ella. Con la presencia de más de 1.5000 efectivos para asegurar el orden y servicios de urgencias en bici, Londres muestra que la pasión y devoción puede más a los inconvenientes de una espera que, finalmente, no se está tornando tan larga como muchos preveían.