El diamante, está idealizado como un gran lujo, pero hay dos características que hacen que el diamante tenga un comportamiento óptico tan espectacular. Su composición y su talla.
Mediante un estudio de la luz y la geometría determinó lo que hoy se conoce como la talla brillante o talla ideal.
Para que un diamante brille debe tener un mínimo de 57 caras de las que al menos 32 estarían en la parte inferior y 24 en la superior.
Por tanto, los diamantes son una obra de arte de la naturaleza, pero también de la ingeniería.