Una guerra entre hermanos, una guerra civil que más allá de arreglar nada rompió vidas como la de Federico García Lorca, rompió carreras estelares en las ciencias, las letras, la música y la vida misma.
Un 19 de agosto de 1936 hace 80 años sobre las tres y cuarto de la madrugada la luna que pudo haber aquella noche, se volvió de sangre. Lorca junto con otros miles de españoles hermanos, primos, hijos y padres de españoles perdieron su vida en asesinatos múltiples, en noches sin luna o con ella, de un laddo y de otro. Por ellos por los que no pudieron disfrutar de otra luna llena, la de hoy, en su honor.
Y que mejor homenaje que la luna llena de esta noche, por Lorca, por sus poemas y por todos los que de un lado y otro no pudieron disfrutar de una vida llena de lunas llenas. Este poema, un poema de un genio de la Generación del 27 es una muestra de lo mucho que perdió España con su asesinato.
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.