Como decían los romanos "In vino veritas", o lo que es lo mismo, en el vino está la verdad. Cierra los ojos y piensa en un buen vino. Disfruta de su olor, su color, su sabor, esa textura que se desliza suavemente a través de tu garganta, esas sensaciones únicas que te producen un vino de Zamora.
A lo largo de toda la provincia, los vinos se reparten. Uvas con una singularidad sin igual que tienen como factor común, la de ofrecer sabores únicos que no dejan indiferente a aquel que los prueba, repartiéndose en cuatro zonas diferenciadas: la DO Toro, la DO Arribes del Duero, la DO Tierra del Vino y la DOP Valles de Benavente.
Disfrutar uno de los pilares de Alimentos de Zamora en compañía o a solas. Un legado vinícola que hace que el producto provenga en su mayoría de viñas muy antiguas, cuidadas con mimo, para ofrecer cada temporada un producto inmejorable.
Y no es algo que se diga solo en esta tierra, su expansión al mercado nacional e internacional cada vez con mayor fuerza, y los grandes enólogos y sumilleres alaban su cuerpo, su olor y su sabor, quedando más que asegurado el prestigio de las bodegas y de la calidad del vino zamorano.
En definitiva, los vinos zamoranos riegan la provincia de colores, burdeos, frambuesas y oro, siendo uno de los grandes alicientes turísticos, conjugando una tradición y una gastronomía ejemplar, y alzándose como grandes embajadores allí donde van.
Tres Denominaciones de origen que marcan un territorio vitivinícola con caldos de excepcional calidad y que dan a la provincia un lugar de importancia tanto en vinos como en rutas enogastronómicas que siguen siendo un baluarte para el turismo de calidad y que crece exponencialmente al igual que las exportaciones de las DO zamoranas.
