Marc Márquez lo ha vuelto a hacer. Este domingo, en el Gran Premio de Japón, el piloto de Cervera se ha proclamado campeón del mundo de MotoGP por séptima vez, alcanzando ya nueve coronas mundiales si se cuentan sus títulos en las categorías inferiores. Pero más allá de la cifra, el triunfo tiene un sabor muy especial, el regreso definitivo de un campeón que nunca dejó de creer.
La temporada 2025 ha sido la de su resurrección. Márquez ha vuelto a dominar como en sus mejores años, ganando carreras con autoridad, sin dar opción a sus rivales y demostrando que sigue siendo un piloto imbatible en pista. Desde el inicio del campeonato dejó claro que iba a por todo y en Motegi certificó lo inevitable, el título mundial.
Pero este éxito no es uno más en su brillante palmarés. Llega después de años duros, de operaciones, caídas y reponerse del momento más duro de su trayectoria deportiva. Supone la confirmación de que el esfuerzo, la paciencia y el trabajo en uno mismo pueden devolver a un deportista al lugar que merece. Márquez no solo ha ganado un campeonato, ha conquistado una batalla personal.
Con siete títulos en MotoGP y nueve en total, su nombre se escribe de nuevo en la historia grande del motociclismo. Para muchos, ya es el mejor piloto de todos los tiempos. Y hoy, en Japón, Marc Márquez ha demostrado que el campeón ha vuelto.
