En Peleas de Arriba, un pequeño pueblo de Zamora, nació hacia 1201 Fernando III, conocido más tarde como 'el Santo'. Este rey, fundamental en la historia de España, vio la luz cerca del monasterio de Valparaíso, un lugar que acogía a viajeros y peregrinos de la Vía de la Plata. Aunque el entorno era humilde, el destino tenía reservado para Fernando un papel crucial en la unificación de Castilla y León y en la Reconquista.
Zamora no solo fue el punto de partida sino que también marcó algunos momentos importantes de su reinado. Fernando III siempre mantuvo un vínculo especial con su lugar de origen. En 1232, ordenó trasladar el monasterio de Valparaíso a una ubicación más destacada, reafirmando su conexión con la tierra que lo vio nacer y dejando un legado espiritual en la región. Este gesto fue un reconocimiento al papel de Zamora en sus raíces y su historia personal.
El contexto zamorano en la época de su infancia era complejo, marcado por tensiones entre León y Castilla. Su madre, Berenguela de Castilla, tuvo que sortear intrigas políticas para asegurar el trono para su hijo. Zamora, como punto estratégico entre ambos reinos, fue testigo de esos años convulsos que finalmente llevaron a Fernando a ser proclamado rey en 1217. Su ascenso no fue sencillo, pero marcó el inicio de un reinado que cambiaría el rumbo de la península.
La unión de Castilla y León, lograda en 1230, situó a Zamora en el centro de un reino más fuerte y estable. Sus castillos y monasterios jugaron un papel clave en la administración y en las campañas militares de Fernando contra Al-Andalus. Este rey, que se mostraba conciliador con otros reinos cristianos, centró su esfuerzo en recuperar territorios ocupados por los musulmanes, una misión en la que Zamora tuvo un papel destacado como base de operaciones.
