jueves. 28.03.2024

No han sonado dulzainas el Lunes de Pentecostés. No han madrugado los zamoranos para meter en la mochila el bocadillo, los pimientos asados y la tortilla. Las medallas se han guardado en los cajones y el Niño no se ha perdido entre los trigales. No ha caminado Zamora hasta La Hiniesta y no han recibido los piñoneros a los capitalinos. No se han visto la Concha y la Virgen de la Hiniesta y no se ha gritado ¡Viva La Hiniesta y Zamora!

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No han anunciado las campanas de San Antolín que Zamora se volvía romera ni desde primera hora de la mañana ha olido a romero en la capital pero eso no ha impedido que el paseo de algunos zamoranos esta mañana, dentro de las horas permitidas, fuera hasta La Hiniesta; o que algunos balcones hayan amanecido engalanados como su fuera a pasar por ellos la patrona de la ciudad.

La Hiniesta ha empezado junio festiva pero no contenta. No hay lugar para la alegría entre tanto dolor pero si necesidad de celebrar con los vecinos. Ha aguardado la llegada de foráneos, la llegada de la Virgen de la Concha y, aunque no ha llegado, el pendón de La Hiniesta ha ondeado y ofrecido su hospitalidad a la ciudad, como tantos años, como tantos siglos aunque en este 2020 sin zamoranos llenando La Hiniesta.

Los piñoneros festejaron, con reservas, con distanciamiento social, con medidas de higiene, pero con mucha ilusión por haber pasado lo que parece, al menos, lo peor de esta pandemia, su día grande y le pidieron a su Virgen de La Hiniesta, en Santa María la Real, salud para seguir estando el próximo año, para recibir a los zamoranos y para seguir viviendo.

¡Viva La Hiniesta y Zamora!