La noche del sábado fue especial en Villaralbo. Muy especial. Entre risas, abrazos, música de los 80 y una buena dosis de nostalgia, el municipio zamorano vivió una fiesta doble que celebraba tanto el medio siglo de vida de los quintos de 1975 como el salto a la mayoría de edad de los nacidos en 2006. Dos generaciones bien distintas, pero unidas por el mismo espíritu festivo y de comunidad.
Los quintos del 75, 50 años después, lo dieron todo. Como las rosas, los claveles o los tulipanes de mayo, florecieron en una noche en la que la madurez brilló por su ausencia. Las risas, los reencuentros y los recuerdos de infancia, instituto, universidad y juventud fueron el hilo conductor de una celebración en la que el tiempo pareció retroceder. No faltaron las anécdotas, los bailes y la música de aquella inolvidable edad dorada del pop y el rock español.
Con sus familias, hijos, nietos —en algún caso— y hasta con los padres que aún les acompañan, los 24 quintos y quintas de Villaralbo nacidos en 1975 organizaron una fiesta para todo el pueblo, una celebración que ya se considera “de las memorables” y que deja claro que esta generación sin móviles, sin tabletas ni redes sociales, pero con mucha calle, parchís, bici y contacto humano, tiene todavía mucha energía por regalar. Por cierto en la foto hay 22, los otros que faltan no llegaron a tiempo...o eso contaron después.

El ambiente festivo contagió también a los más jóvenes. Los quintos del 2006, que este 2025 alcanzan los 18 años, miraban con asombro —y algo de admiración— a quienes celebraban medio siglo de vida con la misma vitalidad con la que ellos ahora comienzan a abrirse camino. Y no solo disfrutaron del ambiente, sino que también tomaron nota. Porque aprender del pasado también es aprender a vivir el presente con intensidad.
La velada fue un homenaje a la vida, al tiempo compartido y a las amistades que permanecen. En algún rincón, se escuchaba la frase: "los años pasan, pero lo vivido queda". Y eso fue lo que quedó anoche en Villaralbo: una auténtica lección de alegría intergeneracional.
Eso sí, la resaca emocional (y alguna otra) no faltará este domingo. Entre mantas, paracetamoles y algún suspiro nostálgico, más de uno recordará que ya son 50 los mayos que se han cumplido, y que los excesos se pagan… pero valen la pena. Mientras tanto, los del 2006 seguirán su camino, enfrentando un futuro lleno de retos, tecnología y cambio, pero con una nueva inspiración: vivir intensamente, como lo hicieron —y aún lo hacen— los del 75.