Cinco candidatos avanzan hacia el Diaconado permanente en Astorga

Con este rito, los aspirantes manifiestan su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia, y la Iglesia, a su vez, los elige y llama, ofreciéndoles las ayudas espirituales necesarias para seguir la voluntad de Dios
Cinco candidatos avanzan hacia el Diaconado permanente en Astorga
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El sábado 13 de julio, en la casa de ejercicios San Francisco de Astorga, tuvo lugar una significativa jornada de retiro espiritual para cinco candidatos al Diaconado Permanente. El evento, dirigido por el Sr. Obispo, contó con la presencia del Director de Formación, D. José M. Carrasco P., el padre espiritual, D. Jerónimo Martínez Franco, y el párroco D. José Antonio Crespo. Sin embargo, no pudo asistir Miguel Sierra Manteca, de la parroquia de Santa María de La Bañeza, debido a motivos familiares.

La jornada comenzó con una reflexión del Sr. Obispo basada en el texto de San Marcos 10, 32-45: "El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor". En su exposición, D. Jesús abordó tres puntos clave:

Frente a la Ambición, Espíritu de Servicio: Destacando la diaconía como ley del cristiano y la necesidad de configurarse con Cristo siervo.

Frente al Triunfalismo, Asumir la Cruz: Una llamada a la humildad y el sacrificio en el camino del servicio.

El Ministerio del Acolitado al Servicio de la Eucaristía: Enfatizando la importancia del servicio litúrgico y eucarístico.

Posteriormente, en la capilla del Seminario, el Sr. Obispo presidió la Santa Misa, concelebrada por el Vicario General, el Director de Formación, el padre espiritual, el Vicerrector del Seminario y D. José Antonio Crespo. Durante la homilía, el Sr. Obispo instituyó en el ministerio del acolitado a César Pablo González Sousa de la parroquia de Ribadelago (Zamora). Asimismo, Florencio Antonio Salvador Revilla (Las Ermitas) y Saúl de Uña Villar (Astorga) recibieron el rito de admisión a las órdenes sagradas.

El acólito está instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote, especialmente en la celebración de la Misa. Sus responsabilidades incluyen:

Cuidar del servicio del altar.

Asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas.

Distribuir la sagrada Comunión como ministro extraordinario.

Exponer públicamente el sacramento de la Eucaristía y hacer la reserva, aunque no puede bendecir al pueblo.

Instruir a otros fieles que ayudan temporalmente en los actos litúrgicos.

El Rito de Admisión de Candidatos al Orden Sagrado se celebra tras el período propedéutico. Con este rito, los aspirantes manifiestan su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia, y la Iglesia, a su vez, los elige y llama, ofreciéndoles las ayudas espirituales necesarias para seguir la voluntad de Dios. Los candidatos se comprometen a completar su preparación para ser diáconos permanentes y a formar su espíritu para servir al Señor y a la Iglesia.

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