Sus callejones empedrados en el centro histórico y sus monumentos centenarios convierten a Zamora en una ciudad impregnada de historia y encanto. Una joya que esconde historias en cada rincón. Un museo al aire libre que invita a viajar en el tiempo. Desde la Catedral hasta el Castillo, cada edificio cuenta una historia que se remonta siglos atrás. También sus joyas románicas; en total, veintitrés que posicionan a la ciudad como la capital del románico.
También su gastronomía; un festín para los sentidos. El arroz a la zamorana, el dos y pingada o el bacalao a la tranca son platos típicos. Si algo caracteriza a Zamora, son las tapas. Una seña de identidad y también una tradición en la que es bastante habitual salir a cenar o comer los fines de semana a base de ‘tapeo’.
Un ‘picoteo’ que acompaña a la bebida y de la que se puede disfrutar solo, con familia o con amigos. En la calle Alfonso de Castro, en la Plaza Mayor y en los Herreros, los zamoranos disfrutan de una amplia variedad de delicias locales que han ido evolucionando desde una forma de aperitivo más básico, hasta una particular forma de entender la cultura culinaria.
La capital cuenta con un amplio abanico de celebraciones a lo largo del año, entre ellas, la Semana Santa; conocida por sus procesiones sobrias y emotivas. Con un origen que se remonta a 1273, es una de las más antiguas y prestigiosas de España, además de contar con una notable repercusión a nivel internacional.

Además de poseer una imaginería de gran valor artístico y patrimonial, destaca por sus marcadas señas de identidad, como son la devoción, la sobriedad, la austeridad, el silencio, el respeto y el fervor con el que se vive tanto por parte de los cofrades como por parte de los espectadores. Un éxito que se debe, en parte, a las tradiciones, a su rigor; es la única que cuenta con grupos escultóricos que representan en sus calles todas las escenas de la Pasión en orden cronológico, por lo que se distingue plasmando con la mayor fidelidad, riqueza, rigor y detalle esta celebración religiosa.
Otra propuesta para exprimir al máximo la ciudad, es disfrutar de un tranquilo paseo por las riberas del río Duero. Las orillas del río son el lugar perfecto para relajarse y disfrutar del paisaje. También el arte que se encuentra en el Museo de Zamora y en el Etnográfico que proporcionan una visión completa de la riqueza cultural de la ciudad.
De igual modo, la capital ofrece una variedad de opciones de alojamiento para turistas; desde hoteles en el centro histórico hasta en las afueras. Una oportunidad de hospedarse en edificios con historia, donde cada habitación cuenta su propia narrativa. Eso sí, para visitar la capital las calles empedradas requieren un calzado cómodo para explorar la ciudad. Un lugar que es fácil de explorar a pie, pero el transporte público también está disponible.