Zamora, ciudad anarquista: recorrido por las calles “más insumisas”

El itinerario devuelve a la ciudad los nombres de aquellos obreros humildes que destacaron por sus ideas anarquistas, pero que la historia olvidó.
Paseo Libertario Zamora_4
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El monumento a los represaliados por el franquismo, que se alza en la calle Mediodía, en Olivares, es este año el punto de partida para descubrir la huella de la Zamora más anarquista a través de los nombres de obreros poco reconocidos y de intelectuales de talla que tuvieron que exiliarse para no acabar como los 1.600 asesinados zamoranos, 8 de ellos solo en la calle Abrazamozas, precisamente en ese barrio de la margen izquierda en el que en esta edición comienza el Paseo libertario, una de las propuestas culturales más originales del verano en Zamora.

La actividad cultural que se lleva realizando desde el año 2019 y que tuvo una pausa a causa del COVID reanuda sus paseos en agosto para descubrir bajo la solana la huella que dejaron en la historia de la ciudad hombres como León Felipe, Baltasar lobo, Agustín García Calvo, Jacinto Toryho, todos intelectuales reconocidos fuera y dentro de Zamora, pero también la clase obrera, culta y autodidacta, con nombres como el albañil Miguel Alba o el transportista Amador Villalpando Riego.

Parada obligatoria en este recorrido es la casa de Agustín García Calvo filósofo, pensador, exiliado a París por apoyar las manifestaciones estudiantiles de los años 70, un referente de la anarquismo y de la rebeldía, una figura polémica que su hija Sabela. micrófono en mano, recordó con el panegírico de otro anarcosindicalista, recientemente fallecido, Octavio Alberola. Pero, antes de llegar a la casa del fallecido filósofo zamorano, el paseo hace parada obligatoria en la escultura de Fray Diego de Deza, sita en la plaza del mismo nombre, el inquisidor cuyo primer busto se ubicó en las inmediaciones del Palacio de los Momos y que fue arrojado en el carnaval de 1937 al hoyo de San Simón, por la calle Balborraz, como símbolo de un pasado arcaico, opresivo, donde reinaba el terror.

Paseo Libertario Zamora_3
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Previamente, en las inmediaciones de la Puerta del Obispo, el profesor Carlos Coca recordaba el reencuentro del escultor Baltasar Lobo y el poeta León Felipe en Barcelona, donde también coincidieron con otro zamorano, Jacinto Toryho, periodista y anarquista, con un destacado papel en la organización revolucionaria de la capital catalana durante los primeros meses de la guerra civil.

Tanto Toryho, que llegó a ser director del diario anarcosindicalista Solidaridad Obrera, uno de los de mayor tirada de la historia de España y responsable de la oficina de prensa de la CNT-Fai de Cataluña, como León Felipe luchaban por una misma causa: un mundo nuevo que defendía a la clase obrera contra el capitalismo y el poder, la igualdad entre y hombres y mujeres y que ya empezaba a propugnar ideas sobre ecologismo.

El paseo, que engloba algunos de los lugares donde artistas, periodistas, obreros, esperantistas y destacados anarquistas luchaban por una   alternativa libertaria, también sirve para “desmitificar” la República,  un régimen represivo, lo definió Coca, para aquellos hombres adelantados a su tiempo, pero también la figura del anarquista, a los que la literatura y la prensa ha inmortalizado como hombres sin cultura, violentos y de poca moral, cuando en realidad eran obreros humildes pero autodidactas y cultos.

El paseo libertario se extiende a cuatro paradas más para conocer lo que fue la Casa del Pueblo; el local  de Radio CaNIT, lugar clandestino en la dictadura franquista; el Café París, espacio en el que se recuerda la proclamación de la II República; la Plaza Santiago, con el recuerdo del asesinato por falangistas de la zamorana Amparo Bayón, pareja de Ramón J. Sender, para acabar en los Jardines de Eduardo Barrón, con unas pinceladas del  nacimiento del movimiento obreros en la vía del tren durante los años 30.

Paseo Libertario Zamora_6
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Paso a paso, la Zamora libertaria no se entiende sin esa conexión con otros nombres que, aunque no nacieron en estas tierras, compartieron ideales y luchas. Precisamente, el bajorrelieve de Olivares en homenaje a los represaliados de la provincia zamorana, fue realizado por Ramón Acín, escultor y pedagogo aragonés de ideología anarquista, asesinado por la represión franquista en 1936. Amigo íntimo de Luis Buñuel —uno de los cineastas más influyentes del siglo XX—, Acín fue un hombre que creyó firmemente en la educación y el arte como caminos para la libertad.

Esa escultura, silenciosa bajo el sol zamorano, es hoy más que una obra de arte: es un símbolo. Un recordatorio de que la ciudad está hecha también de manos obreras, de voces rebeldes y de sueños que, aunque la historia trató de borrar, siguen resonando en sus calles. El Paseo Libertario no solo rescata esos nombres: devuelve a Zamora la memoria de una ciudad que también fue roja y negra, y que aún guarda, en sus rincones, la huella viva de quienes se atrevieron a imaginar un mundo nuevo.

Paseo Libertario Zamora_7
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Paseo Libertario Zamora_5
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Paseo Libertario Zamora_2
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Paseo Libertario Zamora
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