La bandera de Australia en plena Plaza Mayor de Zamora ondeando este lunes ha llamado la atención de más de uno. Y no es de extrañar, desde la Bien Cercada hasta Sídney hay 17.825 kilómetros. De hecho, la presencia de jóvenes de diferentes partes del mundo en Zamora, se debe a la Jornada Mundial de la Juventud que arrancará mañana en Lisboa.
Así, más de 4.000 jóvenes han llegado a Zamora para hacer escala en su camino hacia la capital portuguesa. De hecho, la Casa de la Iglesia-Seminario acogió a peregrinos procedentes de Francia, Honduras, México, Madrid, Barcelona y Nueva Jersey.
Por su parte, también han llegado personas de California, Honduras, México, Chile, Madrid, Nicaragua, Puerto Rico, Alicante, Colombia, EE.UU, Italia, Ghana y Rusia que se han hospedado en casas familiares, parroquiales y otras dependencias hosteleras.
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa. Es, además, una peregrinación, una fiesta de la juventud, una expresión de la Iglesia universal y un fuerte momento de evangelización del mundo juvenil. Se presenta como una invitación a una generación determinada en construir un mundo más justo y solidario. A pesar de su identidad claramente católica, está abierta a todos, tanto a los más cercanos a la Iglesia, como a los más distanciados.
Desde su primera edición, que tuvo lugar en la ciudad de Roma en 1986, la Jornada Mundial de la Juventud destaca como un laboratorio de fe, un lugar de nacimiento de vocaciones para el matrimonio y la vida consagrada y un instrumento de evangelización y transformación de la Iglesia.
Pretende proporcionar a todos los participantes una experiencia de Iglesia universal, fomentando el encuentro personal con Jesucristo. Es un nuevo impulso a la fe, a la esperanza y a la caridad de toda la comunidad del país de acogida. Teniendo como protagonistas a los jóvenes, la Jornada Mundial de la Juventud busca, también, promover la paz, la unión y la fraternidad entre los pueblos y las naciones de todo el mundo.
A lo largo de una semana, jóvenes provenientes de todo el mundo se alojan, en su mayoría, en instalaciones públicas y parroquiales o en viviendas familiares. Además de los momentos de oración, comunión y esparcimiento, los jóvenes inscritos participan en diversas iniciativas organizadas por el equipo de la JMJ, en diferentes lugares de la ciudad que les acoge. Destacan las celebraciones que cuentan con la presencia del Papa, como la ceremonia de acogida y apertura, el Vía Crucis, la vigilia y, el último día, la misa de envío.