El Puente de Piedra de Zamora, un testigo del paso del tiempo

Cada piedra cuenta una historia, desde los eventos históricos que presenció hasta los viajeros que, a lo largo de los años, lo cruzaron maravillados

Las obras de mejora en el puente nos privan de ese viaje en el tiempo, de esa mirada a la ciudad cuando muchas veces duerme, del rugido del Duero

Puente de Piedra
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En las entrañas de Zamora, donde el río Duero abraza sus orillas, se erige el Puente de Piedra, un emblema arquitectónico que ha sido testigo del devenir histórico de la ciudad. Un vínculo entre el pasado y el presente, una joya que cuenta historias de tiempos pasados. Construido en el siglo XIII, el Puente de Piedra ha resistido el paso de los siglos, desafiando las corrientes del río y las inclemencias del tiempo. Cada piedra cuenta una historia, desde los eventos históricos que presenció hasta los viajeros que, a lo largo de los años, lo cruzaron maravillados.

Un puente que une la parte antigua y moderna de la ciudad. Una conexión entre mundos y un símbolo de la evolución de Zamora. Los paseantes que cruzan este puente se sumergen en una experiencia atemporal, donde el murmullo del río se mezcla con los ecos de la historia. Un mirador natural que ofrece vistas de los tejados y de una Catedral que vela por la capital. Una imagen sacada de un cuento medieval. Un puente que entre sus piedras almacena eventos emblemáticos.

Desde procesiones religiosas hasta festividades locales, este puente ha acogido celebraciones que resaltan su importancia como parte integral de la identidad zamorana. Es un recordatorio tangible de la rica herencia de Zamora y su capacidad para fusionar pasado y presente. Para los visitantes que exploran Zamora, el Puente de Piedra es más que una estructura arquitectónica; es una experiencia sensorial. El sonido del agua que fluye bajo sus arcos, la textura de las piedras centenarias y la vista panorámica desde sus miradores ofrecen una conexión única con la ciudad y sus raíces.

Las obras de mejora en el puente nos privan de ese viaje en el tiempo, de esa mirada a la ciudad cuando muchas veces duerme, del rugido del Duero. Pero se espera a que, a mediados de este 2024, podamos volver a pasear entre sus piedras, a resurgir historias. Los trabajos, no solamente afectan a los paseos con pausa, sino también a la Semana Santa que obligará a la hermandad de Jesús de Luz y Vida a las cofradías del Vía Crucis y la Esperanza a plantear recorridos alternativos.

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