Zamora está harta de los estorninos. Cada otoño, las bandadas buscan el calor de las zonas urbanas y provocan muchas molestias entre el vecindario. La Plaza de la Marina se ha convertido en uno de sus refugios favoritos, dejando bancos y espacios públicos cubiertos de excrementos, sin contar el ruido constante que impide a los vecinos disfrutar de la zona.
La concejala de Servicios Sociales y Salud Pública, Auxi Fernández, reconoce la dificultad de controlar a estas aves. Mientras se buscan fórmulas, el Ayuntamiento de Zamora reforzará el servicio de limpieza en las zonas más afectadas. Lo cierto es que no queda otra. El intento de espantarlos con máquinas de ultrasonidos acabó en fracaso: los pájaros se acostumbraron al pitido y siguieron a lo suyo, durmiendo entre los árboles y ensuciando sin pausa.
No es solo Zamora. En media España, los ayuntamientos libran la misma guerra. Pero aquí, la Marina se ha convertido en su cuartel general. Los estorninos encuentran lo que buscan: calor, comida y árboles de gran tamaño. Son aves sociales, inteligentes, y muy difíciles de ahuyentar.
El ruido, la suciedad y la sensación de abandono desesperan a los vecinos. “No se puede ni sentar uno en un banco”, se queja una zamorana que pasea cada tarde por La Marina.
