Una visión diabólica de las Mascaradas de Invierno II, así es el libro del artista zamorano, Pifa Montgomery. Un segundo volumen tras el éxito cosechado en el primero donde se pueden encontrar el resto de mascaradas que tiene la provincia de Zamora y su peculiar interpretación. Algo que comenzó como una diversión y que se ha convertido en dos libros de gran repercusión.
Un libro muy original con ilustraciones del propio autor, con un análisis de porqué de esas tradiciones, es una joya. Una obra atractiva y divulgativa que se complementa con la publicación anterior y que salió a la luz el pasado año, pero que se ha presentado hoy en el Salón de Actos del Campus Viriato. Esta nueva publicación cuenta con la colaboración de las artistas zamoranas Avestrut, Lulú Alien y Elena Zaragozá.

Las mascaradas cuentan con una gran tradición en Zamora. La fiesta de la Navidad da paso a las mascaradas de invierno en la provincia en la que lo mágico, lo sacro y lo pagano perviven a través de los siglos como uno de los tesoros culturales y antropológicos de la Península Ibérica, en especial en la zona de Zamora, Galicia y norte de Portugal. Así, en el período que media entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, coincidiendo con el solsticio de invierno, diablos, zangarrones, tafarrones, madamas, visparros, visparras y todo tipo de personajes extravagantes recorren las calles de los distintos pueblos zamoranos anticipándose a la celebración de los Antruejos.
Son los mozos (ahora también las mozas) y los quintos los encargados de las representaciones en las que la característica común es perseguir, azotar y asustar a los espectadores y pedir el aguinaldo por las casas, además de escenificar una representación del bien contra el mal plagada de alegorías cuyo origen se pierde en el mismo origen de los tiempos.

La raíz de estas mascaradas podría estar en distintos ritos iniciáticos paganos relacionados con el solsticio de invierno (ritos agrestres y ganaderos prerromanos) y en el paso de la adolescencia a la madurez, adaptadas posteriormente al calendario cristiano y a la edad en la que el joven debía cumplir el servicio militar.