Los sumilleres conocieron las variedades y posibilidades de los vinos de la D.O más antigua del mundo.
Los vinos de Douro y Porto -la D.O más antigua del mundo, reconocida en 1756- han sido protagonistas de una cata en la Asociación de Sumilleres que, de la mano del Instituto dos Vinhnos do Douro e do Porto y la agencia Efecto Directo, han conocido las infinitas posibilidades de unos vinos antiguos que miran al futuro con infinitas y sorpresivas combinaciones.
Cristina Tierno, del Instituto de Vinos de Oporto para España, resumió ante los sumilleres la historia de la denominación Douro, primera DO como tal, con 258 años de historia y reconocida desde 2001 como Patrimonio Mundial de la Unesco. Una denominación que se cultiva en la parte limítrofe con España mediante el sistema de terrazas de difícil acceso, lo que obliga a una vendimia manual, diferenciada en tres zonas como son Douro superior, Cima Corgo y Baixo Corgo.
Con una superficie total de 250.000 hectáreas, 45.000 de ellas son cultivadas y 38.000 pertenecen a la D.O Douriense, que aúna a 39.446 viticultores.
También el Instituto promueve la cantidad y calidad de vinos de la DO Porto y reglamenta su proceso productivo. Unos vinos antiguos de cuatro versiones como son Blanco, Rosé, Ruby y Tawny. Intensos y complejos, los vinos de Oporto son producidos interrumpiendo la fermentación del mosto y tienen entre 19 y 22 grados y un alto nivel de azúcar residual, aunque son elegantes y equilibrados.
Las añadas especiales poseen gran antigüedad y poso que los hace únicos y distintos. Así, en Portugal para calificar un vino como reserva debe envejecer un mínimo de 7 años, aunque existen de 10 años, 20 años, 30 años y más de 40 años. El Oporto Vintage (Ruby) envejece en botella, lo que preserva su caracter primario, afrutado y fresco; el Tawny se selecciona para envejecer en barricas de aproximadamente 550 litros; y el Rosé (aromático, con notas de cereza, frambuesa y fresa) debe beberse joven y es ideal para preparar combinados y cócteles.
En cuanto a las barricas, suelen ser de roble portugués, roble o maderas exóticas, pero siempre utilizando madera usada.
Mención aparte merecieron los espumantes, menos alcohólicos y más ácidos y elaborados con variedades de uva como la malvasía fina o cerceal; las colheitas tardias (cuya vendimia se realiza entre finales de noviembre a enero), con fuertes toques a maderas, el famoso Moscatel do Douro, un vino rico, equilibrado, dulce y persistente.
Mirando al futuro
Los asistentes cataron a continuación un Blanco Douro 2010 muy similar a vinos españoles con un suave toque a flor morada (violeta, lavanda), presente en la D.O Douro; un tinto rubí Douro 2009 con aromas a fruta madura y toques florales y cuerpo medio en boca, muy agradable; un Tawny 10 años con su característico color ámbar rojizo y aromas y sabores a vainilla tostada y frutos secos; un Oporto Late Bottled Vintage (LBV) de color rubí profundo, con mucho cuerpo e intensidad, o un Porto seco, entre otros, y conocieron las posibilidades que ofrecen el Blanco y el Rosé para exquisitos combinados como el Porto Rosé (Oporto Rosé, naranja, menta y hielo) o el Portonic, que podría ser una versión portuguesa del "rebujito", con vino de Oporto Blanco, agua tónica, limón, menta y hielo, tremendamente refrescante.
Cercanos en la geografía, pero aún desconocidos en sus infinitas variedades, la velada sirvió para acercar a los sumilleres zamoranos a las posibilidades de los vinos de Douro-Porto que son un tesoro que ofrece el sinuoso Duero, el río que más denominaciones vitivinícolas aglutina. Vinos antiguos de poso y raigambre que miran al futuro.