Este año, Zamora luce más iluminada que nunca. Desde el estreno de la nueva iluminación navideña este viernes, la Plaza Mayor y la Plaza de la Marina, rebautizada por la ocasión como “Plaza de los Sueños”, se han llenado de luces y decoraciones que han congregado a numerosos zamoranos, sorprendidos y encantados con el despliegue.
La preparación dirigida por David Gago ha puesto el foco en un espectáculo de luces renovado, con nuevas estructuras, motivos navideños y un diseño que busca atraer tanto a vecinos como a visitantes. Los responsables destacan que la inversión en iluminación busca dinamizar la ciudad y generar un ambiente festivo, contribuyendo a la actividad comercial y turística durante las fiestas.
Sin embargo, mientras algunos vecinos consideran que se trata de un gasto bien invertido que da vida a la ciudad, se puede criticar que la presencia de grandes marcas y patrocinadores transforme el espíritu navideño en un anuncio gigante disfrazado de festividad.
¿Es este despliegue una política de ciudad centrada en el disfrute colectivo, un acto de escaparate para mejorar la imagen municipal, o una combinación de ambas? Lo cierto es que Zamora nunca había brillado tanto, y la curiosidad por las luces ha convertido el estreno en un auténtico punto de encuentro para los vecinos.
Aunque parte del coste corre a cargo de patrocinadores como Caja Rural, buena parte es asumida por el consistorio, lo que genera debate sobre si esta es la mejor manera de gastar fondos públicos, frente a necesidades más permanentes de la ciudad.
Mucho brillo, sí, pero poco más allá del escaparate navideño, lo que invita a preguntarse si el proyecto es una política de ciudad integral o un acto de promoción temporal con presencia de grandes marcas. La “Plaza de los Sueños” simboliza esta dualidad, un atractivo espectáculo para el público, pero también un anuncio gigante disfrazado de festividad.
