"No hace falta llenar estadios ni tener millones de seguidores para triunfar en la vida, se feliz con lo que hagas", esta frase resonaba este sábado en el salón de actos de la Biblioteca pública de Zamora como una definición de toda una vida de trabajo y amor hacia él. El cálido homenaje a José Crespo González, conductor y bibliotecario del bibliobús de Zamora durante más de cuatro décadas. Una despedida cálida, emotiva y muy merecida para quien ha sido mucho más que un profesional, un símbolo del acceso a la cultura en los pueblos y un referente humano en el ámbito de las bibliotecas móviles de toda España.
El acto comenzó con un montaje audiovisual en el que se repasó la trayectoria y vida de José a través de imágenes, fotografías antiguas y vídeos que evocaban desde sus inicios.
Entre los asistentes al acto no faltaron compañeros llegados desde todos los rincones de España e incluso desde Portugal, que no quisieron perder la oportunidad de despedir y rendir homenaje a José Crespo. Su presencia fue una muestra clara del impacto y el cariño que José ha generado a lo largo de su trayectoria, no solo en Zamora, sino también en el ámbito nacional e internacional del mundo bibliotecario.
Durante la celebración, se proyectaron vídeos enviados por alumnos y colegios de toda la provincia, en los que se podía ver a niños y niñas dedicándole palabras, abrazos y vítores en cada acto de despedida que se ha celebrado en los colegios hacia él este curso. Cada mensaje reflejaba el profundo afecto que José ha dejado en cada parada, en cada escuela, y en cada generación que ha crecido con su bibliobús como faro cultural y emocional.
Uno a uno, los asistentes fueron leyendo fragmentos que describían el perfil humano y profesional de José. Vídeos de escolares de toda la provincia, montajes con fotos del último curso y cartas de despedida mostraron el cariño de generaciones que han crecido con el bibliobús como parte de sus vidas. En una pancarta, un mensaje sencillo y certero: “Conductor de sueños”.
La despedida fue tan festiva como entrañable. Mientras sonaban canciones elegidas para la ocasión, se proyectaban imágenes de José entre libros, con los niños, con los maestros, en plazas y escuelas rurales. El público, compañeros y amigos aplaudían al ritmo de la música, como si quisieran retener ese momento un poco más.
Un acto cargado de emoción, visible en José que se vio sobrecogido desde el primer momento al reunir a algo más que compañeros, viejos amigos. Por ahora, no se sabe si habrá relevo para su puesto. La incertidumbre sobre el futuro del bibliobús queda en el aire, pero lo que nadie duda es que José deja un legado inmenso, imposible de medir en kilómetros recorridos o libros prestados. Porque el bibliobús ha sido suyo, y gracias a él, también ha sido un poco de todos.
"Hasta siempre, Jose".
