El aparcamiento “reservado” de la Junta en Zamora: ni se usa ni deja pasar

Los vehículos oficiales obvian su zona señalizada y aparcan donde quieren, bloqueando el tráfico junto a la Marina

En Zamora hay plazas de aparcamiento que parecen reservadas… para el olvido.
La calle Leopoldo Alas Clarín, justo al lado de la Plaza de la Marina, donde se ubica el edificio de la Junta de Castilla y León, es el escenario perfecto de una pequeña gran contradicción: el aparcamiento reservado para vehículos oficiales no solo no se utiliza como tal, sino que además entorpece la circulación.

jcyl la furgoneta
photo_camera jcyl la furgoneta

Los propios coches de la Junta, esos que deberían dar ejemplo de civismo y cumplimiento de las normas, prefieren aparcar “a la orilla”, ocupando parte de la calzada y dificultando el paso de vehículos particulares, repartidores y autobuses urbanos que transitan por una de las zonas más concurridas del centro.

 Plazas vacías… y coches mal aparcados

La estampa es habitual: las plazas con su correspondiente señal de “Reservado JCYL” lucen vacías mientras varios vehículos oficiales se alinean en batería irregular, pegados al bordillo o directamente sobre la línea amarilla.
Una imagen poco edificante para una administración que predica la ejemplaridad… pero aparca como le da la gana.

El resultado: atascos puntuales, maniobras imposibles y más de un conductor obligado a detenerse para dejar pasar al vehículo contrario. Todo ello, en una calle que se estrecha por culpa de los vehículos mal aparcados, y donde la falta de espacio ya es un problema crónico. Nadie pone remedio, y las multas brillan por su ausencia, la Policía Municipal no ha puesto ninguna receta a los vehículos de la JCYL, pero claro está ...que no hay excusa, sea JCYL o sea San Pito Pato.

 Un mal ejemplo en plena sede institucional

El edificio de la Junta de Castilla y León en Zamora no solo es sede administrativa, sino también escaparate de la institución ante la ciudadanía.
Y sin embargo, la imagen que ofrece cada día es la de una gestión del espacio público poco ejemplar, donde las normas parecen aplicarse según el rango o el tipo de matrícula.

Paradójicamente, el espacio reservado —creado precisamente para facilitar la operativa de los servicios oficiales— se ha convertido en un obstáculo.
Ni sirve para lo que fue diseñado, ni se respeta el resto de la normativa de estacionamiento en la zona.

 Lo que se pide a los ciudadanos… no se cumple en casa

Mientras el ciudadano de a pie se enfrenta a sanciones por estacionar unos minutos en doble fila o por pisar una línea amarilla, los vehículos oficiales aparcan con total impunidad a las puertas del propio edificio de la Junta.

Un ejemplo más de cómo las normas parecen tener distintas lecturas según quién las cumpla… o las incumpla.

Porque si algo demuestra esta escena cotidiana en Leopoldo Alas Clarín es que, en cuestión de aparcar, la Junta tiene mucho espacio reservado… pero poca vergüenza institucional.

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