El arte fluye por las venas de un Antonio Pedrero que hoy está de enhorabuena. 85 años de vida de este pintor y escultor zamorano considerado un auténtico referente capaz de dejar una huella imborrable en la escena artística local y nacional.
Su pintura más allá del caballete y su capacidad figurativa y abstraccionista tanto pincel en mano como a través de su obra escultórica definen a un artista que retrató a la élite intelectual, social y cultural zamorana de la década de los 60 como en el caso del gran mural "La Golondrina". El poeta Claudio Rodríguez fue uno de los 22 inmortalizados en esta obra panorámica y considerada por muchos como la más representativa de su arte pictórico. Un mural que vio la luz cuando Pedrero tan sólo tenía 21 años, apenas dos años después de completar sus estudios en la Escuela de Artes Gráficas de Madrid.
Su obra se considera todo un ejemplo digno de estudio en las escuelas de arte y de orgullo para sus paisanos, orgullosos de que su obra corone la Plaza Mayor con la escultura del Merlú y hasta procesione en una de las Semana Santas más representativas del país. El paso de Jesús Nazareno de Congregación que sale cada madrugada del Viernes Santo, imagen que este año cumplirá un cuarto de vida desde su primera salida a las calles de Zamora, es igualmente imagen de la Pasión más austera con una figura en solitario sin sayones.
Como lo es su reconocimiento a la figura de la monja navarra Sor Ignacia Idoate que preside la calle Hospital. Todo un sin fin de obras que muestran a un artista de talla singular que también ha quedado inmortalizado en la obra del toresano Carlos Adeva en forma de un mural de más de 320 m2 que representa la trayectoria artística de Pedrero en pintura desde su juventud hasta su madurez. Un homenaje cuyo primer boceto guarda de recuerdo el homenajeado.

Antonio Pedrero no solo es un pintor y escultor consumado, sino también un tesoro viviente de la historia artística de Zamora. Su dedicación a la creación artística y su capacidad para inspirar a generaciones futuras son un recordatorio perdurable de la magia que puede surgir cuando el talento se combina con la pasión.
En nombre de la comunidad artística y de todos aquellos que han sido tocados por su obra, ¡felices 95 años, maestro Antonio Pedrero! Que esta celebración sea tan vibrante y colorida como las obras que has regalado al mundo a lo largo de los años.