La mañana de Jueves Santo acoge en la ciudad de Toro uno de los actos más singulares y emotivos de cuantos componen la Pasión local, la Bendición de los Conqueros, que tradicionalmente comienza a las 12.00 horas en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, sede de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, hermandad a la que pertenecen los Conqueros, llamados también Cagalentejas, que se encargan de pedir, en silencio, limosnas para la Cofradía.
Así, pasados unos minutos del mediodía, y tras haber situado el paso titular de la Cofradía, la bella imagen de Nuestro Padre Jesús, o Jesús Nazareno, en el porche del templo de Santa Catalina, los cornetas de Jesús y Ánimas daban la señal que anunciaba el inicio de este acto tan propio y característico de la Semana Santa de Toro, que reunió a multitud de toresanos y foráneos, deseosos de presenciar tan peculiar acto semanasantero.
Inmediatamente, los Abades y los Escribanos en ejercicio ocuparon sus respectivos lugares, mientras que los cuatro hermanos que este año ejercen su labor como Conqueros se arrodillaron frente a ellos y a la imagen de Jesús Nazareno. Así, uno por uno, los ocho Abades se dirigieron a los Conqueros para animarles a llevar a cabo su labor, no siempre bien entendida por aquéllos a los que piden una limosna, y para resaltar la importancia que para la Cofradía tienen su esfuerzo y su dedicación, aunque también tuvieron palabras de recuerdo para aquéllos que ya no están y para los que sufren. Al mismo tiempo, y tras taparles la cara con el capuchón, les fueron haciendo entrega de sus distintivos, la insignia y la conca, elementos que deberán portar hasta la conclusión de la procesión de la mañana de Viernes Santo, momento en el que su servicio finalizará.
Al comienzo del acto de la Bendición, el primer Abad invitó a los presentes a rezar unidos varias oraciones, el Credo, la Salve y el Padre Nuestro, tras lo cual compartió un recuerdo, "no hace más de cuatro años vi cómo mi padre ostentaba este título, y con todo respeto y solemnidad dirigía sus palabras, entrecortadas por la emoción, a los hermanos de ese año, ya que él fue conquero muchos años", para después señalar su propia emoción al desempeñar este año el mismo cargo, "y hoy estoy aquí [...] cumpliendo con la tradición, representando el mismo título y bajo la mirada de Nuestro Padre Jesús Nazareno".
Otro de los Abades, el primer sacerdote que celebra esta Fiesta, señaló que "la conca representa en nuestra ciudad su más preciado fruto, el vino de nuestra tierra, donde se dan la mano, al borde del mismo camino, el cereal y la vid, el pan y el vino, que serán esta tarde de Jueves Santo el Cuerpo y la Sangre del Señor", y recomendó a los nuevos Conqueros "pedid con humildad, con respeto, tened siempre un gesto amable, cariñoso y devoto".
Finalmente, el último Abad les exhortó a cumplir su misión, "ahora ya estáis dispuestos para cumplir vuestro difícil cometido [...] solicitando desde el silencio y la humildad una ayuda para los fines de nuestra cofradía". Además, recordó, desde su experiencia personal, a quienes les han ayudado a recorrer su camino vital, "en este momento es inevitable recordar a quienes nos han hecho perseverar en nuestros valores, en nuestra fe y nuestras tradiciones [...] a aquéllos que un día nos ofrecieron siendo niños, a ti, Nazareno de la fría madrugada, nos pusieron en tus manos, y hoy nos miran desde la cercanía de las estrellas del manto de nuestra Virgen de la Soledad".
Por otro lado, una vez que la Bendición de los Conqueros hubo concluido, se llevó a cabo la entrada de los nuevos cofrades; en esta ocasión se trató de varios niños, que ocuparon el lugar que acababan de dejar libre los Conqueros. Los Abades les dieron la bienvenida, dándoles a besar sus insignias.
La imagen de Jesús Nazareno, que presidió en todo momento el emotivo acto, estaba adornada con un lecho compuesto por mil rosas rojas, donadas por uno de los Abades, Ángel García, cumpliendo así "el ofrecimiento que hizo mi abuela Mercedes cuando me ofreció hace 33 años al Nazareno, cuando yo tenía 6 años, por lo que me he sentido muy emocionado con su recuerdo, y es que ella fue muchas veces descalza en la procesión pidiendo por mí".
Por su parte, el presidente de la Cofradía de Jesús y Ánimas, José Manuel de la Fuente, se mostró satisfecho porque "se ha cumplido la tradición un año más, se han entregado todos los símbolos y la asistencia ha sido más numerosa que otros años, en gran parte por el buen tiempo que hace, y es que es un gusto no tener que preocuparnos por el tiempo, por fin mañana saldrá la procesión".