Trabajadores de cocina de la Residencia Virgen del Canto responden: “No es una cuestión de compromiso, sino de condiciones laborales básicas”

Personal del centro desmiente la versión de la Diputación y denuncia sobrecarga, falta de cualificación exigida y turnos que vulneran la conciliación familiar
Residencia virgen del canto Toro
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Tras el comunicado emitido por la Diputación de Zamora en defensa de la calidad asistencial y del compromiso del personal de la Residencia Virgen del Canto de Toro, varios trabajadores del área de cocina y office han decidido dar un paso al frente para aclarar y matizar lo que consideran una versión edulcorada de la realidad.

En un documento remitido a este medio, plantean una serie de preguntas y observaciones que contradicen directamente el discurso oficial, subrayando que no se trata de cuestionar el trabajo ni la dedicación del equipo humano, sino de exigir condiciones laborales dignas, legales y seguras.

 ¿Qué ocurre realmente en la cocina de la residencia?
Los trabajadores apuntan que en el turno de tarde solo hay dos personas para cubrir cocina y office: una recoge lo limpio, la otra lo sucio, sin separación de tareas ni espacios, lo que infringe la normativa higiénico-sanitaria recogida en el Decreto 14/2017 de Castilla y León. “Es un riesgo evidente para la salud de los residentes”, señalan.

Además, remarcan que no hay contratados ayudantes de cocina en plantilla. Todos los operarios —sin titulación específica— realizan tareas múltiples, desde cocina y lavandería hasta portería o mantenimiento, sin que se respete la cualificación necesaria para cada función. Incluso se da el caso de un trabajador que ejerce tareas de mantenimiento pese a estar encuadrado en una categoría inferior a la que corresponde por sus funciones.

 Cambios “por si acaso” y transparencia limitada
Una de las cuestiones que más molesta al personal es la manera en la que se gestiona la imagen del centro frente a inspecciones. “Se anuncian visitas de Trabajo o Sanidad con antelación, y entonces se actúa a contrarreloj para subsanar los fallos justo antes de que lleguen”, denuncian. “¿Por qué se cambiaron las cámaras frigoríficas si no pasaba nada?”, se preguntan.

En cuanto al funcionamiento diario, confirman que no hay cocinero de tarde, por lo que es el trabajador del turno de mañana quien debe dejar la cena lista. Un modelo que no se replica en ninguna otra residencia pública de la comunidad, según han podido contrastar.

 Turnos imprevisibles e imposibilidad de conciliar
A todo esto se suma una práctica especialmente problemática: a los nuevos contratados se les entrega la cartelera de turnos semanalmente, lo que imposibilita cualquier tipo de planificación personal o familiar.

El personal recuerda que esta situación vulnera el Decreto 59/2013, que obliga a prever los turnos con suficiente antelación para garantizar la conciliación de la vida laboral y personal del personal público. “No pedimos privilegios, pedimos cumplir la ley y trabajar con coherencia”, subrayan.

“Somos trabajadores, no comodines”
En sus conclusiones, los implicados insisten: “No cuestionamos la residencia ni a nuestros compañeros, sino la organización y las condiciones laborales que se nos imponen. Somos trabajadores, no comodines”.

Reclaman que la Diputación escuche a quienes están en primera línea. Porque cuidar a los mayores con dignidad también pasa por garantizar que quienes les atienden lo hacen con los recursos, la formación y la planificación que la ley exige.

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