El barítono Luis Santana ha sido el encargado de dar el pistoletazo de salida a la Semana Santa de Toro 2025 con un pregón cargado de sentimiento, cercanía y pasión.
En un acto que combinó la emoción del recuerdo con la belleza literaria y musical, el pregonero armonizó un recorrido por los actos y procesiones más singulares de la Pasión toresana con vivencias personales que lo unen a esta celebración desde la adolescencia.
“Yo llegué aquí con quince años y jamás me he ido”, comenzó Santana, quien no dudó en declararse “tan toresano como el más cermeño de pura cepa”. Su discurso fue una declaración de amor a Toro, ciudad a la que llegó gracias a su participación en la coral María de Molina, que él mismo fundó.
Un recorrido emocional por la Semana Santa toresana
Santana pidió con firmeza “a quien corresponda, que la Semana Santa de Toro sea declarada de Interés Turístico Internacional”, tras proclamar su emoción por haber sido elegido pregonero. Recordó cómo fue su padre el “culpable” de su “pasión incontrolable” por la Semana Santa, y cómo un cartel con el Nazareno en la plaza, en plena madrugada, le “traspasó” para siempre.
Evocó también el incendio de Santa Catalina en 1957, del que supo a través de su padre, y que dejó una huella imborrable en la memoria colectiva. A lo largo del pregón, Luis Santana no escatimó en anécdotas y referencias a sus "tres amores", entre ellos la Virgen de los Dolores y la Soledad de Hipólito Pérez Calvo, imágenes profundamente arraigadas en su corazón.
“El ambiente que se vive en Toro estos días es indescriptible, es un instante de cerrar los ojos y dejar que los sentidos se apoderen del cuerpo. Hay que vivirlo, no se puede explicar con palabras”, afirmó con rotundidad.
De Dolores a la Resurrección, una Pasión vivida paso a paso
Su recorrido por la Semana Santa comenzó en el Viernes de Dolores, con una de las vírgenes “más guapas” de la ciudad saliendo de San Julián. Habló de la joven cofradía de las Siete Palabras en el Sábado de Pasión, con su procesión silenciosa, “como salidos de un cuadro de Zurbarán”.
El Domingo de Ramos, dijo, “avisa de que la Pasión acaba de entrar por el Arco del Reloj”, y destacó al Cristo de la Misericordia, que pasa por el “emblemático” Arco del Postigo. Del Cristo del Amparo, que procesiona el Lunes Santo, dijo que es “el Señor por excelencia de Toro”, con su presencia “imponente, majestuosa, señorial”.
Al Martes Santo le puso sonido con “Nazareno de San Frontis”, como un guiño a Zamora, “Toro y Zamora, dos Semanas Santas hermanas”, proclamó con emoción.
Del Miércoles Santo, destacó el Acto de Vestir Santos y el estremecedor Via Crucis del Silencio, momento en que cantó una de Las Cinco Llagas, uno de los instantes más emotivos del pregón. No faltaron menciones a los “cagalentejas”, ni a la figura del conquero, al que definió como símbolo de orgullo y dureza, especialmente en la mañana del Jueves Santo.
“Toro le lanza una caricia a la madre”
El Viernes Santo, como no podía ser de otro modo, lo llenó de solemnidad. Desde la salida de la Virgen de la Soledad en la madrugada, hasta la despedida del Jesús Nazareno, deseando que pronto vuelva a desfilar el Longinos para completar la cofradía. Por la tarde, evocó el entierro de Cristo con “sencillez y sobriedad, como lo hacemos en Castilla”.
El Sábado Santo, con la Virgen de la Soledad visitando el Sepulcro, es para Santana un momento íntimo y conmovedor: “Toro le lanza una caricia a la madre”. Y el Domingo de Resurrección, que “resuena en los corazones de Toro” con salvas, palomas y el deseo compartido: “hermano, salud para el año que viene”.
Luis Santana ha entregado a Toro no solo un pregón, sino un testimonio lleno de amor, arte y memoria. Un canto a la Pasión que se vive desde dentro, con la música del alma y el eco profundo de las raíces más sinceras.