La ciudad enmudece al paso del Crucificado

photo_camera el Cristo de la Expiración sale de la iglesia del Santo Sepulcro y entra en la Plaza Mayor. Fotos: Marisol Cámara

El Cristo de la Expiración volvió a recorrer las calles de Toro entre el más absoluto silencio, como muestra del respeto y la devoción que los fieles sienten por esta imagen, una de las más veneradas de la localidad.

Como cada noche de Miércoles Santo, la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad organizó su tradicional Vía Crucis Procesional, uno de los recorridos más bellos y esperados por los toresanos, así como por muchos visitantes que se acercan hasta la ciudad para ser testigos del cariño que esta magnífica imagen genera.Los nuevos cofrades besan las insignias de los abades.

En el interior de la sede de esta cofradía, la iglesia del Santo Sepulcro, y momentos antes de que diera comienzo el Vía Crucis, los nuevos hermanos besaron las insignias de los Abades, como acto oficial que denota su entrada en la cofradía. Acto seguido, los cargadores portaron a hombros la imagen del Crucificado hasta la Glorieta, lugar en el que el párroco local Roberto Castaño solicitó el juramento de silencio durante la procesión a todos los cofrades, lo que fue refrendado por el alcalde de la localidad, Jesús Sedano, quien, representando a los toresanos, ofreció al Cristo de la Expiración el silencio de todos, así como el de la ciudad misma; además, también él pidió el silencio de los toresanos.

Este acto concluyó con la intervención del Coro Interparroquial de Toro. Se trata de un momento que se ha convertido en uno de los más emotivos de cuantos se viven a lo largo de la Semana Santa local.inicio del recorrido, a punto de salir de la Plaza Mayor.

Numerosos toresanos, a los que se unieron también muchos visitantes, recorrieron junto al Crucificado este Vía Crucis por diversas calles de la ciudad. Tras abandonar la Plaza Mayor, la procesión avanzó, con paso lento y solemne y las paradas propias del rezo del Vía Crucis, por un amplio trazado, que finalizó en el interior de la Colegiata, en el que aguardaban multitud de fieles esperando la llegada del Cristo de la Expiración y de los cofrades para rezar unidos y entonar en canto de las "Cinco Llagas", acto al que siguió la tradición de adorar la imagen de Jesús Yacente, situada frente al altar mayor.

Los hermanos de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad procesionan con túica negra, capuchón blanco y la Cruz de Malta en el capillo. La talla del Cristo de la Expiración, según señala el historiador José Navarro Talegón en su "Catálogo monumental de Toro y su Alfoz", se puede fechar hacia el año 1615, su autoría puede atribuirse a Esteban de Rueda y Sebastián Ducete, y "debe situarse al lado de los grandes crucifijos procesionales del barroco español".

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