La noche del Martes Santo en Fuentesaúco volvió a ser testigo de una de las expresiones de fe más sobrecogedoras de su Semana Santa: la procesión de Jesús Nazareno en ejercicio de Vía Crucis, organizada por la Hermandad de Jesús Nazareno. A las 21:45 horas, las puertas de la Iglesia de San Juan Bautista se abrieron para dar paso a un cortejo que no deja indiferente a nadie.
Con paso lento y en absoluto recogimiento, los cofrades, ataviados con túnicas moradas, rostro cubierto y corona de espinas, recorrieron la calle Derecha de Salamanca hacia la Plaza Mayor, donde se realizó la tradicional vuelta para regresar al templo, en un circuito breve pero cargado de simbolismo, espiritualidad y emoción contenida.

Silencio, penitencia y descalzos
Entre los detalles que más sobrecogieron al numeroso público que acompañó y presenció la procesión, destaca la presencia de muchos hermanos descalzos, que ofrecieron su caminar como acto penitencial, manteniendo viva una tradición que habla del compromiso, la fe y la entrega personal de los cofrades saucanos.
En el cortejo, sólo se escuchaban los pasos de los acompañante y el murmullo de las oraciones. La noche, fría pero en calma, reforzó la atmósfera de respeto y recogimiento, envolviendo a los participantes y espectadores en una sensación compartida de recogimiento y espiritualidad.
Una Semana Santa que emociona en cada rincón
El Vía Crucis de Jesús Nazareno en Fuentesaúco se consolida, año tras año, como una cita ineludible de la Semana Santa de la localidad, donde se conjugan tradición, identidad y religiosidad popular. La Hermandad de Jesús Nazareno volvió a demostrar su capacidad organizativa y su profundo respeto por el rito, convirtiendo cada paso de la procesión en un acto de fe que trasciende lo litúrgico.
