El Santo Ecce-Homo recorre Toro en una noche fría y solemne de Martes Santo

La imagen superviviente del incendio de 1957 vuelve a procesionar como símbolo de fe, memoria y resistencia en una de las citas más sentidas de la Semana Santa toresana
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La noche del Martes Santo en Toro volvió a teñirse de recogimiento y tradición con el traslado procesional del Santo Ecce-Homo, una de las imágenes más veneradas por el pueblo toresano. A las 21:30 horas, puntualmente y sin contratiempos, dio comienzo un cortejo que simboliza mucho más que un traslado: es el pulso de la fe que late entre las calles empedradas de la ciudad.

La procesión, organizada por la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, partió desde el Real Monasterio de Santa Clara acompañada por las bandas de música La Lira de Toro y la Banda de Tordesillas, que pusieron sonoridad a una noche donde el frío no logró apagar el fervor de los fieles.


Una talla con alma: símbolo de supervivencia

La imagen del Santo Ecce-Homo, una impresionante talla del siglo XVII, procesiona con un aura especial. No solo por su expresiva belleza escultórica, sino porque sobrevivió al gran incendio de 1957 que destruyó parte de la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, donde hoy vuelve a descansar. Esta supervivencia convirtió al Ecce-Homo en un símbolo de resistencia, esperanza y fe inquebrantable para los toresanos.


Un recorrido cargado de historia y solemnidad

El cortejo discurrió por algunas de las calles más emblemáticas del casco histórico: desde la Plaza de Santa Clara para seguir por la Plaza de San Julián de los Caballeros, calle El Sol, Santa Marina, Puerta del Mercado, San Lorenzo, Rejadorada, Rúa de Santa Catalina y Plazuela de Jesús Nazareno y Virgen de la Soledad, hasta llegar a la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, su destino final.

La ciudad fue testigo del paso ordenado de los hermanos cofrades, ataviados con túnicas moradas y negras, portando cíngulos al cuello y cruces negras, símbolos que refuerzan el espíritu penitencial de una de las procesiones más emblemáticas de Toro. Este año como primicia el Ecce Homo fue escoltado por dos miembros de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil en Toro.


Devoción intacta, comportamiento ejemplar

Pese a la baja temperatura y la amenaza de lluvia, el ambiente fue sereno y profundamente respetuoso. La comunidad volvió a demostrar que la Semana Santa en Toro es algo más que una tradición: es una herencia viva que se transmite con emoción y compromiso.

El traslado procesional del Ecce-Homo se reafirma así como uno de los momentos más significativos de la Semana Santa toresana. Una cita que une historia, memoria colectiva y espiritualidad, año tras año, paso a paso, mirada a mirada.

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