Ofrenda de silencio desde una tierra que se desangra

Manuel Javier Peña Echevarría realiza una plegaria sencilla, profunda, y pide al Cristo de las Injurias el fin de la violencia y una sociedad más justa con un recuerdo a niños, mujeres, enfermos, perseguidos y marginados.

El Jefe Central de Recursos Humanos y Formación de la Policía Nacional, el zamorano Manuel Javier Peña Echevarría, ha sido el encargado de pronunciar la ofrenda del Silencio ante el Cristo de las Injurias. Una ofrenda cargada de profundidad, de reflexión sobre el sentido de ser cristiano y de devoción por la imagen a la que miles de cofrades acompañarían después en silencio por las calles. 

A los pies del Cristo de las Injurias, Manuel Javier Peña ha tenido palabras para los injuriados por la sociedad, los apartados, los humillados, los niños, las mujeres, los enfermos, los más débiles, en una ofrenda con referencias poéticas y con un fuerte compromiso como hombre y como creyente.

Una cita de León Felipe iniciaba la plegaria, una plegaria realizada desde la humildad y dando voz a los cofrades y a los hombres y mujeres de Zamora en la que Peña Echevarría siempre se ha dirigido al Santísimo Cristo de tú a tú. Una plegaria en la que también se ha reflexionado sobre el propio silencio. "Aquí, en nuestra ciudad del alma, en el miércoles Santo, el silencio todo lo llena; un silencio que aunque parezca mentira se escucha, un silencio respetuoso ante tu dolor, un silencio fiel ante tu sufrimiento, un silencio que nos ayuda a propiciar nuestra propia introspección para buscarte".

Javier Peña ha constatado la paganización de la sociedad para pedirle al Cristo de las Injurias que fortalezca en la fe a quien lo contempla. "No vengo a pedirte que nos des, que nos hagas, que nos traigas paz, riqueza, salud y felicidad para todos por tu infinita bondad. No, no estamos aquí para eso. Simplemente queremos suplicarte que nos fortalezcas en la fe; en el día a día de nuestra vida cristiana".

La plegaria ante el Cristo de las Injurias ha elevado el tono para profundizar en los problemas sociales. "Que el río de caperuces rojos que inundará las calles de nuestra ciudad, renueve la sangre que corre por nuestras venas para que seamos capaces de no permitir, simplemente recordando tu ejemplo, tus enseñanzas, que ningún niño sea abandonado, maltratado, perseguido, asesinado", ha dicho Manuel Javier Peña, para recordar a continuación a las mujeres. "Que el reguero de la luz de nuestras velas, sea una alegoría de tu camino de amor que nos sirva para no cejar hasta conseguir que ninguna mujer sea ignorada, humillada, golpeada o menospreciada en su trabajo, en su vida diaria o en su dignidad. Tú nos enseñas que nuestras mujeres alejan la tristeza del corazón del hombre y mantienen vivo el amor y la esperanza en nuestro mundo".

Manuel Javier Peña ha recordado ante el Crucificado a todos los marginados, a los diferentes. "Necesitamos tu apoyo y tu ayuda para que no dejemos en su soledad a las personas más débiles, a los afligidos, a los desesperados, a los marginados, en una palabra a todos los seres humanos que sufren y que consideramos diferentes. Estamos obligados a aportar aprecio, compasión, tolerancia, humanidad, en resumen el amor fraterno fundamento de tus enseñanzas y mandamientos".

El cuidado a los enfermos, el respeto y la tolerancia a quienes creen o piensan de distinta forma y la erradicación de la violencia que nos azota también han estado presentes en una ofrenda en la que el Cristo de las Injurias ha sido tomado como modelo de quienes quieren avanzar como hombres y como cristianos. "El que no se considera partícipe del sufrimiento de un hermano -ha dicho Javier Peña-, evidentemente no sabe amar, y el que no ama a su hermano, no puede conocerte, porque tú Cristo nuestro eres amor. Porque la dignidad del hombre, hecha a tu imagen y semejanza, no puede admitir ninguna excepción".

Finalmente, la plegaria también ha incluido a la tierra zamorana, una tierra que se desangra, y a quienes trabajan por cambiar la situación. "Cristo de las Injurias, nuestra pequeña tierra se desangra año tras año en una realidad económica y social de difícil esperanza. Apoya e ilumina en su esfuerzo a nuestros hombres y mujeres, esos que luchan de manera esforzada, de manera sincera y sentida, de manera coherente y consecuente por cambiar dicha realidad".

La ofrenda, sentida, sencilla, de corazón, concluía con una petición por los cofrades y zamoranos. "Es hora de callar, hora de acompañarte en tu procesión. Santísimo Cristo, bendice y da salud a los Hermanos de esta tu Real Cofradía y a los vecinos de nuestra ciudad; guíanos por el camino que Tú nos has preparado, y acógenos y protégenos bajo tus brazos siempre abiertos .... y a mí no me olvides".

Así concluía la plegaria, con ese "No me olvides", la petición más bella, más sincera que un cofrade, que un zamorano puede elevar ante el Cristo de las Injurias. En ese momento, el Cristo ha posado su mirada en quien tantas veces le ha contemplado en silencio, discreto, con los ojos de la fe, y tantas veces le ha acompañado en su capilla y por las calles. "No te olvido, no os olvido", parecía decir desde la Cruz.

 Galerías de imágenes y vídeo, Equipo Zamora News, Rafael Lorenzo, Marcos Vicente, Fco Colmenero y en los comentarios Ana Pedrero)

 

Vídeo en Directo desde la Plaza de la Catedral

 

 

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