La lluvia ha impedido que la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias haya cerrado un Viernes Santo de nuevo con la mirada depositada constantemente en el cielo. Las previsiones han cristalizado en forma de agua, tan necesaria pero inoportuna y que ha obligado a suspender el broche a esta jornada con La Congregación acortando su itinerario oficial y el Santo Entierro regresando a marcha militar para refugiarse a la mayor brevedad en San Esteban.
La iglesia de San Vicente ha acogido un emotivo acto acotado a unos pocos hermanos. Las dimensiones del templo han obligado a que un millar de hermanos hayan quedado aguardando a las puertas mostrando un fervor que no sofoca ni la fina lluvia. Con las puertas abiertas, las notas de la banda y el canto de la Salve han podido traspasar los gruesos muros uniendo a todos los devotos a la imagen de Nuestra Madre, el Santo Cristo y la Virgen de las Espadas en un rezo conjunto.
Con la emoción contenida y las miradas depositadas en los tres pasos engalanados bajo la luz amarillenta del templo, la peor de las noticias se ha traducido en una muestra más de unión. Las imágenes quedarán expuestas al público para que todos los hermanos puedan tener la oportunidad de acercarse y depositar sus plegarias ante las imágenes engalanadas con rosas rojas, blancas y caramelo.
Ahora sólo queda esperar a un nuevo Viernes Santo en el que el tiempo permita respetar la salida de una de las imágenes más veneradas de nuestra Semana Santa.
