Javier Hernández, un inmenso pregonero de la Semana Santa

El periodista ha ofrecido un brillante pregón lleno de amor, humildad, profundidad, vivencias y conocimiento sin renunciar a su sentido del humor.

El periodista deportivo Javier Hernández ha ofrecido hoy el Pregón oficial de la Semana Santa de Zamora, su tierra, su cuna, la ciudad que le vio nacer. Ha regresado como pregonero pero sobre todo como cofrade, como nieto del gran Heriberto Hernández, uno de los "ocho magníficos" de la pionera Junta de Fomento, y como hijo de Ramón, uno de los fundadores de la Cofradía de Jesús del Vía Crucis, especialmente representada en el escenario e hilo conductor de sus vivencias más familiares y entrañables.

Sin renunciar a su ingenioso sentido del humor y en presencia de las primeras autoridades civiles, militares y eclesiásticas; desde la fe, la sobriedad, la memoria y el sentimiento, Javier Hernández se ha referido al hecho de ser pregonero como "el mayor regalo" de su vida y se ha remitido a principios de los 70, cuando su padre lo llevó siendo un niño a un pregón en el viejo cine Arias Gonzalo. Para entonces ya tenía decidido que quería ser futbolista y también pregonero.

Para el pregonero, Zamora es el mejor escenario para la Pasión. "El Señor nos eligió y nos bendijo como pueblo para recordar al mundo su Pasión, Muerte y Resurrección y convirtió a la ciudad del romancero en su Gólgota particular", dijo, antes de enumerar el patrimonio de la ciudad.

Entre el ingenio y un perfecto conocimiento, ha descrito los entresijos y la vida interior del mundo de la Semana Santa. Después de unir la devoción a otros elementos que conforman la celebración en Zamora, como ensayos, bandas, conciertos, "y el comer y beber que no falten", el pregonero se ha referido a "lo que más nos gusta". Así, sobre las asambleas de las cofradías ha dicho que "hay más conspiraciones que en Juego de Tronos. Todas las asambleas comienzan rezando y terminan como el Rosario de la Aurora", uno de los "pecados veniales" de la Semana Santa de Zamora, si bien aprovechó para llamar a la "generosidad y a la unidad, que nos hacen más fuertes".

El pregón ha consistido en un recorrido, procesión a procesión, por sus recuerdos, amigos y personajes que conforman el entramado de su personal Semana Santa, después de un preciosa oración a su Jesús de San Frontis. Un homenaje a los suyos, una lección de amor por esta tierra, por sus amigos de siempre, por la mujer que llegó de Cantabria para estar a su lado. Una reivindicación de la igualdad plena de la mujer en todas las cofradías; una petición en voz alta de un Barandales de Honor para Pepa "La Chupina".

Ha sido un ejercicio de humildad que iba del humor ("adivinen quién era el más pequeño que llevaba la palma más grande" o llegar a tomar juramento de silencio a la concurrencia) a la profundidad del pensamiento, a ese recuerdo para los niños "descalzos y con la ropa roída" de Siria y Alepo frente a los niños "guapísimos y repeinados" que esta tarde saldrén en La Borriquita.

Y así día a día, brillante, genial, inmenso, el pregonero ha ido creciendo sobre el escenario con una memoria prodigiosa, puro corazón, hasta el momento de cerrar la Semana Santa y volver a casa con lágrimas en los ojos y comer el "Dos y Pingada". Su alocución ha finalizado con un deseo: "que un día pueda gritarle al mundo que la Semana Santa de Zamora es ya Patrimonio Inmaterial de la Humanidad".

Y así finalizaba uno de los mejores pregones que ha tenido la Semana Santa de Zamora, distinto, desenfadado, pero también profundo, documentado y desde dentro. Javier Hernández, pregonero, amigo, compañero: eres inmenso.

Galería de imágenes: Fco Colmenero

 

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