Este Lunes Santo, la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída ha vuelto a recorrer las calles de Zamora con su itinerario habitual, culminando un esperado regreso que ha estado cargado de símbolos, estrenos y sentimiento profundo. Ni el cielo encapotado ni los recuerdos de años anteriores han podido con la emoción contenida de más de 2.000 hermanos.
La procesión ha iniciado su marcha desde el barrio de San Lázaro con un ambiente contenido, de respeto y esperanza. Han salido con el cielo encapotado, como si quisieran caer gotas, y durante los primeros compases del desfile incluso ha salido tímidamente el sol, alimentando las esperanzas de que el recorrido pudiera completarse sin contratiempos. Sin embargo, en cuanto la Virgen de la Amargura ha salido de la iglesia de San Lázaro , ha comenzado a llover. Un momento casi simbólico, en el que el cielo pareció rendirse a la emoción del instante.
Este año, la subida por la calle San Torcuato ha sido uno de los momentos más esperados, marcando la recuperación del recorrido tradicional que lleva a los hermanos hasta la calle Benavente, y cerca de la Plaza Mayor donde le fueron retirados los plásticos a las imágenes ya que llovió durante el recorrido, poco después descendieron por Santa Clara y accedieron de forma directa a la Plaza Mayor, corazón de la ciudad.
El cierre del desfile ha tenido lugar en la Plaza de Santa María la Nueva, devolviendo también a la procesión su final habitual en el Museo de Semana Santa, pese a que el edificio aún se encuentra en proceso de renovación. Un gesto simbólico que ha unido pasado, presente y futuro en una misma noche.
Estreno de la corona de la Virgen de la Amargura
Uno de los hitos de la noche ha sido el estreno de la nueva corona de la Virgen de la Amargura, una pieza que ha sido recibida con admiración y recogimiento. Su delicado diseño y la expresión serena de la imagen han conquistado a los zamoranos, convirtiéndose en uno de los momentos más emotivos del recorrido.
Guardia Civil y nuevas generaciones
Escoltada en todos sus pasos por piquetes de la Guardia Civil en su imagen titular y por el ejercito de Tierra y Aire, la procesión ha lucido una presencia marcial que ha reforzado el respeto y la solemnidad del acto. Junto a ellos, cuatro nuevas generaciones se han incorporado este año a las filas de la Hermandad, asegurando la continuidad de una tradición que se transmite en familia, entre bastones, túnicas y silencios compartidos.
Una noche para recordar
Tras varios años en los que la lluvia impidió la salida de esta procesión tan emblemática, el cielo amenazante y la lluvia no logró empañar una noche histórica aunque la amenazó en varios momentos. Como colofón, el himno “La Muerte no es el final” en la repleta Plaza Mayor ha puesto broche a una procesión que ha sido, sin duda, una de las más sentidas de la Semana Santa zamorana 2025.
Zamora volvió a vibrar con Jesús en su Tercera Caída. Una hermandad que no solo ha recuperado su ruta, sino también el pulso de la emoción compartida, renovando el vínculo de toda una ciudad con su Pasión más íntima.