¿Qué se te ocurrió Madre en esos momentos?.. ¿Qué pensamientos embargaban tu corazón?.. Te abrazaste a tu Hijo… Serás tú, la Madre dolorosa, la que ayudarás con tu testimonio y con tu vida a que muchas madres vivan su sufrimiento en la fe y acepten el dolor de sus hijos, en su propio corazón.
Es el rezo de una Zamora encogida, rota por el dolor, pero empática con el llanto discreto de una madre que sostiene en brazos a su hijo muerto en la cruz. La imagen que Ramón Álvarez talló en 1879 con detalles milimétricos y una cruz de plata soportada por la mesa obra de Antonio Pedrero es la viva imagen del sobrecogimiento. De la angustia silente y de las lágrimas que pesan por dentro.
Zamora pone el alma pese al cansancio. Con una vigilia ininterrumpida desde los primeros sonidos del Merlú y bajo la interpretación en bucle de la marcha fúnebre de Thalberg, la ciudad ha asistido de nuevo al día más largo del año emocionalmente hablando. Tras un Viernes Santo de vigilia, de cruces al aire, sopas de ajo, reverencias, terciopelo negro, descendimientos y urnas, la noche se ceñía sobre una ciudad que, lejos de dejar a la Virgen en la soledad de su dolor, cierra filas sobre la imagen de Nuestra Madre de las Angustias.

Los 4.500 hermanos y hermanas de la Real Cofradía, ataviados con única de estameña blanca, ceñida con cordón y decenario y caperuz de terciopelo negro se han congregado en torno a la iglesia de San Vicente en la que los tres pasos engalanados desde primera hora de la mañana han permanecido abiertos al público hasta tres horas antes del inicio de la procesión. El Santísimo Cristo de la Misericordia y la Stma. Virgen de las Espadas han completado el conjunto escultórico que ha salido a la calle en los últimos compases de este Viernes Santo.
Devoción y silencio para cargar unas imágenes que han procesionado bajo la luz de los hachones y tulipas por la cuesta de San Vicente, calle del Riesgo para torcer hacia San Torcuato en dirección a la plaza de Alemania y continuar por Santa Clara hasta una Plaza Mayor en la que el coro aguardaba para efectuar el canto popular de la Salve en honor a la imagen titular.
Las voces del coro sacro Jerónimo Aguado han vuelto a llenar el casco histórico del carácter sobrio que caracteriza a la Pasión zamorana, la misma que continúa sembrando admiración allá por donde se publicite.
Con su continuación para retornar al templo de salida, Nuestra Madre de las Angustias cierra uno de los capítulos más intensos de nuestra Semana Santa tras un Jueves y Viernes Santo que arrancaron con el recogimiento de la Esperanza a orillas del Duero y que finaliza hoy en San Vicente con una madre angustiada que mañana será acompañada en su soledad iluminadora.
Zamora continúa a su lado.
ACCESO A LA GALERÍA FOTOGRÁFICA por AROA CF
