La Cofradía del Santo Entierro, única en su origen gremial entre las de Semana Santa, despliega un legado histórico fascinante que se remonta a siglos atrás. Si bien los detalles exactos de su fundación no están completamente claros, se cree que fue establecida en torno al año 1593, con antecedentes que se remontan al menos a mediados del siglo XVI, cuando ya se realizaban funciones del Entierro de Cristo en la parroquia de San Esteban.
Impulsada por el gremio de sederos, la cofradía exigía un examen de oficio para ingresar hasta el año 1626. Su celebración más destacada tenía lugar en el Viernes Santo, con una función solemne que incluía un sermón seguido de una procesión. Esta procesión, rica en simbolismo, contaba con una serie de pasos y representaciones que ilustraban la Pasión de Cristo, con imágenes como el Descendimiento, la Cruz y el Santo Sepulcro, algunas de las cuales se veneraban en la capilla de la iglesia de San Esteban.
Eso sí, a lo largo de los siglos, la Cofradía del Santo Entierro enfrentó momentos de dificultad, especialmente en el siglo XVIII, cuando experimentó una crisis que la llevó temporalmente a desaparecer. Sin embargo, gracias a la devoción de sus fieles y a su lenta recuperación económica, logró renacer y prosperar nuevamente. En el siglo XIX, esta prosperidad permitió una renovación completa de su patrimonio artístico, un legado que aún perdura hasta la actualidad.