Sanabria vuelve a mirar hacia Moncabril. La presa, símbolo de la mayor tragedia de la comarca, ha sido protagonista esta mañana en el incendio que devora y amenaza el corazón del Lago. Desde su embalse y desde el mismo Lago, los helicópteros han cargado agua para refrescar la zona del cañón del Tera, en un intento desesperado por frenar las llamas que se asoman por las cumbres frente a Ribadelago Viejo y nuevo.
La paradoja resulta desgarradora: el mismo agua que aquel 9 de enero de 1959 se llevó la vida de 144 vecinos de Ribadelago, arrasando sus casas y sepultando una parte de la memoria de Zamora, es ahora el recurso indispensable para proteger la comarca de otro enemigo implacable: el fuego.
Las miradas de los vecinos de Ribadelago se clavaban esta mañana en el cielo, observando el incesante trasiego de aeronaves que tomaban y soltaban agua en Moncabril. El recuerdo es inevitable. Junto a la estatua conmemorativa, la mujer de bronce que cada día señala el lugar de la tragedia parecía cobrar vida. Su gesto fijo hacia la presa, hacia ese muro que un día se rompió y convirtió la madrugada en un cementerio, es también hoy la imagen de un pueblo que se aferra a la esperanza.
En la memoria de muchos, los fallecidos de 1959 parecen volver a estar presentes. Como si aquellos hombres, mujeres y niños que fueron víctimas del agua se levantaran hoy para defender sus montes, sus casas y sus descendientes del fuego. “Es como si fueran ellos los que hoy refrescan la tierra con cada descarga”, la emoción de todos está con esta tierra que hoy sufre otra tragedia, aunque sin víctimas de la zona gracias a Dios.
Así se veía el humo desde el Cañón del Tera esta mañana #IfPorto pic.twitter.com/lr7p9ZMil4
— Zamora News (@news_zamora) August 20, 2025
La historia se repite, pero en otro lenguaje. Aquel desastre de agua que partió la vida de Sanabria en dos ahora se transforma en un arma contra las llamas. El cañón del Tera, que entonces fue la tumba de muchos, es hoy la línea de defensa de todos.
En este 20 de agosto de 2025, Zamora vuelve a escribir una página de dolor y resistencia. El agua que mató, ahora salva. Y la estatua de la mujer de Ribadelago, que no deja de mirar hacia Moncabril, se convierte en el testimonio vivo de que Sanabria siempre recordará a sus muertos, pero también que de su memoria brota la fuerza para resistir.
Hoy entre tanto los trabajos se están derivando a los medios aéreos mientras sigue llegando ayuda del exterior anoche llegaban a Sanabria un contingente de bomberos forestales de Cataluña, un total de 58 que se incorporarán al operativo de la JCYL. La fuerza de los demás españoles se sigue sintiendo mientras que en Zamora y provincia se conciencia de que hay que actuar rápido y ya para paliar todo el desastre que está suponiendo este incendio de dimensiones ya épicas.