En las montañas sanabresas de la provincia de Zamora, se alza majestuoso un castaño que, según los ancianos del lugar, es el más longevo de la comarca. Este gigante natural, ubicado en San Román, destaca no solo por su antigüedad sino también por sus imponentes dimensiones: más de 18 metros de diámetro y 25 metros de altura. Este castaño no solo ostenta el título de ser el más grande y viejo de la provincia, sino que también ha resistido el paso del tiempo y las inclemencias del clima con una salud sorprendentemente buena.
La señora Ana, una residente centenaria del pequeño pueblo, recuerda cómo desde su niñez el castaño ya era considerado el más longevo de Sanabria. "Siempre lo conocí allí," dice Ana, "y los mayores me contaban que ese era el más viejo de toda la comarca." Sus ramas, aunque quebradas por rayos y tormentas, son testigos silenciosos de los eventos históricos que han sacudido la región: desde la tragedia de Ribadelago hasta la guerra civil, e incluso las diferentes ocupaciones de la península ibérica.
Rodeado por una pequeña muralla de piedras, el castaño es un espectáculo natural. Desde su base, la vista se eleva hacia sus ramas cansadas que, a pesar de todo, muestran el cielo azul que ha presenciado el inexorable paso del tiempo.

Sin embargo, el acceso al castaño no es fácil. Ana, que se desplaza en silla de ruedas, encuentra complicado llegar hasta él debido al mal estado del camino. Esta petición de mejorar el acceso es compartida por los 18 habitantes del pueblo, pero para Ana, representa un deseo profundo de poder acercarse nuevamente al árbol que ha sido parte de su vida durante más de un siglo.
San Román, que puede llegar a tener hasta 100 habitantes en verano, es un remanso de tranquilidad. Sus veranos se animan con el regreso de familias que vuelven a sus casas ancestrales. Junto al castaño, decenas de guindos se alzan a entre 25 y 30 metros de altura, y no muy lejos, la iglesia con su cementerio repleto de tumbas y panteones familiares, un recordatorio constante de las generaciones pasadas.
Que no se pierdan las tradiciones y que se protejan los entornos, que las generaciones venideras tengan siempre un espejo en el que mirarse o un hito que coronar y conocer sea un castaño o una tradición secullar.
La comunidad de San Román, aunque pequeña, tiene en sus manos un legado milenario que necesita ser preservado. En otras regiones, este castaño sería un lugar de peregrinación, pero aquí, su existencia es casi desapercibida. Es crucial que los programas de protección del medio ambiente y otros estamentos gubernamentales se enfoquen en conservar este patrimonio natural. Los alcaldes y políticos deben actuar ahora para asegurar que el castaño milenario de San Román, este testigo de siglos de historia, continúe en pie para las futuras generaciones.