Tres vecinos, un castillo templario rodeado por el embalse y la “esencia” de lo rural: los tres kilómetros que separan Castillo de Muga de Alba

Visitar ambos municipios en un mismo día es descubrir la cara más auténtica de Zamora, con la fortaleza de la Orden del Temple y la iglesia de Santa Eulalia y sus pinturas renacentistas como referentes de una ruta que ofrece mucho más

 

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Hay carreteras que parecen llevarte a otro tiempo. A ese tiempo de la siega, de las higueras rebosantes de fruto, de pequeños senderos colmados de ramajes, de las fuentes de agua y de las viviendas de piedra, con fachadas adornadas de coloridas flores. A esa época encamina la N-122, dirección Alcañices, en la salida hacia Castillo y Muga, dos pequeños pueblos que guían al viajero hasta el corazón de la comarca zamorana de Alba.

Dos pedanías dependientes de Losacino, unidas por pocos kilómetros y que cuentan historias complementarias. Con apenas tres habitantes censados, Castillo de Alba ofrece al visitante una de las imágenes más “grandiosas” de la provincia: en lo alto de un cerro los restos de un castillo templario, rodeado por el embalse del Esla. Sus muros, hoy en ruina, siguen vigilando todo el valle, que “abraza” el pueblo con reflejos cambiantes, según la luz y la altura del agua. Muga de Alba, por su parte, conserva toda la esencia de lo rural, con un patrimonio artístico que merece una visita.

Castillo de Alba regala al paseante un paisaje único. No hace falta ser experto en historia ni en arquitectura para dejarse impresionar por las piedras que aún resisten y por el silencio que envuelve el lugar. La fortaleza que lo “vigila” está documentada desde el año 960 y fue entregada a la Orden del Temple en el siglo XIII. Aunque declarada Bien de Interés Cultural en el año 1949, el castillo forma parte de la Lista Roja de Hispania Nostra ante su estado de ruina. Está rodeado por las aguas del embalse de Ricobayo, con miradores, senderos y rincones tranquilos que hacen que  la localidad ofrezca mucho más que la visita a la fortaleza.

A apenas tres kilómetros, por una carretera estrecha pero en buen estado, Muga de Alba ofrece otra cara de la misma comarca. Con más de un centenar de vecinos, conserva el pulso de lo rural, con la iglesia de Santa Eulalia, situada fuera del casco urbano, junto al cementerio, y un tesoro inesperado en su interior: unas pinturas murales renacentistas que llenan de color el interior y que sorprenden a quien entra por primera vez, aunque solo puedan admirarse en horario de culto, ya que no hay un horario de vistas establecidas. Los murales fueron restaurados entre 2019 y 2023, con escenas bíblicas y motivos decorativos únicos en la comarca.

Visitar Castillo de Alba y Muga de Alba en un mismo día es descubrir la cara más “íntima” de Zamora. De un lado, este pueblo de la España Vaciada con un castillo templario, asentado sobre un antiguo castro reutilizado por romanos y poblado durante la Reconquista, que resiste frente al paso del tiempo, con  un paisaje marcado por el embalse que lo rodea. Del otro, un núcleo que mantiene su vida rural con sencillez, tradiciones y patrimonio, y que se prepara ya para las fiestas en honor de Nuestra Señora de las Mercedes, que se celebran la tercera semana de septiembre.

Se trata de dos paradas pequeñas en el mapa, pero con la capacidad de dejar una enorme huella a quien se acerca. Y es que en estos rincones de Alba, el viaje no se mide en kilómetros, sino en sensaciones: las de haber encontrado un lugar auténtico, donde la historia y la vida se dan la mano.

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